Una vez que se ha apagado el ruido, se han ido los amantes del indie , los artistas, y con ellos la resaca del Festival do Norte, llega el momento de hacer balance y de sacar lo mejor y lo peor de la gran cita gallega con la música alternativa. El encuentro más madrugador que se dedica a esta tendencia del pop deja el listón alto en el panorama nacional.
Grupos que conoce hasta el que más reniega de este tipo de música y conjuntos emergentes que se dan a conocer en el mismo momento que suben al escenario fueron los que, junto con la multitud del público, hicieron que el Festival do Norte pudiera terminar su novena edición con la cabeza alta. Dicen los organizadores que le ganaron a la crisis y a la exigencia de las miles de personas que depositan cada año su confianza en un evento que si se mantiene en esta tónica seguirá creciendo.
Lo más aplaudido
El viernes se hizo grande por momentos. Si bien el eje central de los conciertos era el trío estadounidense Nada Surf, los que le precedieron y los que vinieron después no le tuvieron nada que envidiar. Desde los acordes que trajo Dorian con su vocación transgresora de hacer pop con toques de electrónica que incitan al baile hasta Fanfarlo, la promesa británica que amansó a la multitud. Este último grupo tiene para David Bowie, según declaró hace años, una forma particular para crear música que te eleva, algo bendito con una melancolía deliciosa al mismo tiempo. En efecto, de lo más impecable del cartel.
Los últimos en tocar el primer día pero no por ello menos elogiados por su actuación fueron el grupo vasco We are Standard. Los de Getxo lanzaron directamente al sistema nervioso de un público enloquecido sus temas más conocidos y que subían por momentos los decibelios en el ambiente.
Con esto y una sesión de baile en el FDN Dance se iba haciendo de día y asomando el sábado, día grande del festival y donde Los Planetas estaban en la mente de todos. Su concierto no fue entendido por los que esperaban más de sus hits y menos de lo nuevo, aunque no se pudieron negar las ganas del grupo por compensar con un espectáculo de calidad su ausencia en la pasada edición. Pocos hacen cantar al público como ellos.
Un guateque improvisado
Tras su actuación, el recinto exterior de Fexdega se fue convirtiendo poco a poco en una discoteca. El Guincho trajo nuevos sonidos, instrumentos y ganas de mover a la multitud. A los que no se fueron con Los Planetas casi les pilla el sol bailando. Porque el FDN Dance Music pasó a ser un guateque ochentero del que nadie quería despedirse. Era el último suspiro del Festival do Norte antes de decir adiós hasta el año que viene, cuando tendrá ya diez años.
Este evento musical se está haciendo mayor en la ciudad que lo vio nacer. A ella le recompensa su apoyo con un empujón económico a la hostelería además de con el reconocimiento nacional que le da ser la cuna gallega del pop alternativo. El público es cada vez más exigente, que espera más y mejor. También considerado ejemplar por la organización, que presume de no recordar ni un solo incidente en sus nueve años de recorrido.