La gran mentira

Xurxo Melchor L

AROUSA

16 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

eo el «Indignaos» de Stéphane Hessel. Y confieso que estoy indignado. Aunque no todo es mérito de este breve y aleccionador texto. No. Yo ya venía indignado de antes. Y la culpa es de la gran mentira. Que no es una sola. Son muchas. Pero todas tienen en común que nos hacen vivir peor. Dice Hessel que no entiende como tras la II Guerra Mundial, con Europa devastada y pobre, se pudieron crear estados sociales, con sanidad, educación y pensiones públicas. Si hubo dinero entonces por qué no lo hay ahora que la economía es mejor. La pasta que falta está, pero en otros platos. La gran mentira es burda. Nos dicen que la energía nuclear es el futuro. Porque es barata, limpia y segura. Japón es el país que todo lo hace bien. Y ya sabemos lo que está pasando. No es segura, ni limpia. Y solo es barata para las empresas que la producen. Nosotros la pagamos al mismo precio. La nuclear es buena para los poderosos. Otra enorme trola es que las cosas privadas funcionan mejor que las públicas. Pero ha colado. Y ahora en Europa ya no hay banca pública y casi todos los servicios están privatizados. Cómo es posible que un servicio de limpieza, por ejemplo, sea deficitario si lo gestiona un ayuntamiento y dé mucha viruta si está en manos de una empresa. No lo entiendo. Como tampoco que Catoira tenga podólogo público pero no vaya a tener tren de cercanías, teniendo vía férrea y estación. La gran mentira es la incongruencia de un sistema avaro y cruel contra el que solo sabe indignarse. Y actuar.