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«En esta casa ya hubo un hospedaje con 14 habitaciones»

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Este restaurador recupera la tradición hotelera de su familia abriendo un hotel a pocos metros de Fefiñáns

12 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El apellido Ribadomar, en Cambados, es sinónimo de hostelería. El patriarca de esta familia fue el encargado, en su día, del restaurante O Arco, el primero en disponer de una estrella Michelín en la localidad. Su hijo, Manuel, es también el propietario del establecimiento que conserva el apellido familiar, el Ribadomar. Y ahora ha decidido dar un paso más y recuperar la tradición hotelera que también tenía esta familia. En el mismo lugar en el que en su día había un hospedaje, este restaurador ha abierto un pequeño y acogedor hotel que cuenta con una gran ventaja: está ubicado a escasos metros del principal atractivo turístico de Cambados, la plaza de Fefiñáns.

-Este es un hotel con mucha historia...

-Esta casa, que era mi casa familiar, ya tuvo hospedaje entre los años 50 y el 65, que fue cuando pusimos a funcionar el restaurante O Arco. Pero, de aquella, era otra forma de hospedaje. En esta misma casa había catorce habitaciones. Siempre decíamos que si caías de la cama no te hacías mucho daño, porque enseguida tropezabas con la pared. Eran habitaciones pequeñas, con una palangana y una jarra de agua. Pero venían todas las personas que llegaban a Cambados. El cura, José Aldao, estuvo con nosotros cinco años, también el teniente de la Guardia Civil. Costaba veinte pesetas la habitación con pensión completa.

-Y usted decidió recuperar la tradición.

-Hacía ya años que en esta casa no vivía nadie y estaba hecha una ruina. Había quejas de los vecinos. Y fue cuando tomé la decisión. Mi madre, que fue quien me cedió la casa, siempre decía que no quería morir sin haber visto el hotel abierto. Y, como el sitio es estupendo, pusimos el hotel.

-¿Cómo es el nuevo hotel?

-Son solo ocho habitaciones, todas muy bonitas. Todas son distintas, decoradas en distintos colores y de forma diferente. Una de ellas tiene un patio. Son muy acogedoras y están decoradas con mucho gusto, con antigüedades. Los pisos y los techos son de madera y hemos puesto un ascensor. Queremos que la gente se sienta como en casa. Nosotros no vivimos aquí, pero será la familia la que se encargue de atenderlo. Yo o mis hijos estaremos siempre por aquí.

-Cuentan con una gran ventaja, su ubicación tan cerca de Fefiñáns.

-La ubicación que tenemos es preciosa. En parte, por eso me decidí a abrirlo. Porque siempre tuve la idea y me hacía mucha ilusión poder abrir este hotel. Ahora queremos que venga la gente y lo vea porque el sitio es estupendo. Yo estoy muy ilusionado, aunque también un poco asustado, porque la inversión es muy grande.

-Usted lleva toda la vida en la hostelería ¿cómo está pasando la crisis el sector?

-Desde el 2008, las cosas han cambiado mucho. En el restaurante antes trabajábamos mucho con empresas, que venían una vez a la semana. Ahora, si vienen una vez al mes es para dar gracias. Antes, todos pedían marisco, ahora la gente se mide mucho. Y si escuchas la televisión da miedo. Pero yo quiero pensar que esto se va a acabar. Me ilusiona mucho que las cosas vayan un poco mejor. Nosotros cerramos el 2010 mejor que el 2009 y creo que las cosas no se van a poner más negras.

-Con la que está cayendo ¿cómo se le ocurre poner en marcha un nuevo negocio?

-Me animé porque se me iba el tiempo. Dentro de poco tendré setenta años y ya no podré hacer nada, porque los bancos no te dan créditos a esa edad. La familia no quería que lo hiciera, porque decía que no tenía que meterme en follones. Pero yo quería arreglar la casa y empezamos, con nada. Empiezas a hacer y después cambias cosas y cuando terminas la inversión ha crecido. Pero yo creo que, entre el hotel y el restaurante vamos a salir adelante. Porque trabajar nunca ha sido el problema.

manuel ribadomar hotel real ribadomar