Con más de cien años el edificio está perdido en un laberinto de normas contradictorias
24 feb 2013 . Actualizado a las 06:55 h.Esta es la historia de una gran paradoja. De la maldición de una casa hermosa condenada a ser hermosa ruina. De un inmueble atrapado entre una medianera infame, un edificio a medio construir -un esqueleto abandonado a su suerte- y una normativa urbanística que confunde, como diría el anuncio, la sobreprotección con el estar bien protegido. Esta es la historia, en fin, de la Torre de Escuredo.
Apareció este edificio en la fisonomía de O Grove en el último tercio del siglo XIX. Un indiano, Luis Mestre Roig, compró entonces un viejo pazo, la Casa da Carrela, y lo rehízo al gusto colonial: torre acristalada, salón de estilo arabesco, comedor chino, escaleras de forja y jardín exuberante. Casi un siglo después de la transformación de A Carrela, a finales de los años treinta, la Torre -así llaman los catalanes a sus chalés- hubo de ser vendida. La fortuna de los Mestre se había agotado, y los Escuredo llegaron justo a tiempo para salvar la vivienda de caer en manos de la usura. Luego, mitad de la casa y de la finca fue vendida a una familia socia y amiga, la de los Lores. Estos últimos levantaron un edificio nuevo, torre incluida, cuyo perfil se recortó contra el cielo de O Grove hasta finales del siglo pasado.
Por aquel entonces, la casa de los Escuredo seguía siendo un hermoso paréntesis en el entramado urbano de O Grove. Pero cayeron los años, la vida empujó a los hijos del matrimonio Escuredo fuera de la península meca. Así que, en 1987, la familia comenzó a barajar la idea de vender la vivienda. Y se la ofreció, en primer lugar, al Concello de O Grove. El entonces aparejador municipal Rafael Fondevila firmaba un informe en el que recomendaba «que no solo las edificaciones deberían ser conservadas en el estado actual, si no las jardinerías existentes en el solar, y estudiar la posibilidad de compra de dicho inmueble para su conservación como propiedad municipal, siendo el sitio idóneo para la localización de un centro cultural, biblioteca, sala de exposiciones...».
La recomendación no fue atendida por los responsables políticos de la época. Todo lo contrario. Acababa de iniciarse la etapa oscura de la Torre de Escuredo.