En Galicia no hay fiesta que se precie que no haga retumbar el cielo. Por la mañana, por la tarde y por la noche se dejan oír estas bombas que, aunque inofensivas, no siempre suenan a gusto de todos. «Pero, que é unha festa sen bombas», que dirían muchos enamorados de la fiesta jolgorio. Con este escenario no parece que las pirotecnias tengan mucho de que preocuparse, pero en las empresas están preocupadas, y mucho. «A comisión que antes gastaba mil euros agora leva 400 euros». Os fogos é o último», según explican desde Pirotecnia A Goulla. En Arousa, la crisis todavía no se ha llevado fiestas por delante, pero sí ha obligado a reducir la logística.
La lucería, resiste
Lo que sí se ha reducido drásticamente es el número de empresas del ramo. De las 40 que llegó a haber en Galicia quedan 17, según cuentan desde esta empresa de Meis, y el panorama que se pinta en el horizonte «é máis negro que a pólvora, os fogos son o último». Los presupuestos que las comisiones destinan a los fuegos varían mucho. La horquilla se puede mover entre los 5.000 y los 300 euros. En lo que menos se resiente el negocio es en lo que atañe a los fuegos de lucería. «Aí gástase sempre máis ou menos igual», comenta Arturo Dopazo. Los fuegos artificiales son una tradición en muchas fiestas que ni comisiones ni instituciones -normalmente concellos- quieren perder.
En la Foguetería de Bemil también constatan esta deriva. «Se están retrasando muchísimo las contrataciones, la gente espera a última hora porque hay mucha incertidumbre sobre lo que van a recaudar», según explican desde esta firma de Caldas.