Cada vez que oigo hablar de un transporte público eficiente me echo a reír. Invito a cualquiera a que intente viajar en autobús desde Vilagarcía a O Grove. O se atreva a dar un paseo en bicicleta por uno de esos carriles teóricamente reservados para el noble vehículo de los pedales. Somos un país de gente condenada al automóvil y a la motocicleta. Nos tienen bien agarrados. Pague y siga circulando, jefe.