
Entre hoy y el próximo fin de semana, la clásica rivalidad en honor al santo del dragón se dirimirá en los cielos de Vilagarcía
27 sep 2014 . Actualizado a las 04:55 h.Ciertas culturas de corte agresivo acostumbran a disparar al aire en cuanto toca celebrar. Una victoria deportiva, una boda, un nacimiento. En Galicia, esta ancestral costumbre de poner banda sonora a la fiesta se resuelve de forma bastante más pacífica con las clásicas bombas de palenque. Para ejemplo, un botón. Con la llegada del otoño, los vilagarcianos se preparan para asistir a uno de los pulsos más estridentes de cuantos pueblan la relación entre los diferentes núcleos del municipio: las salvas que los vecinos de Trabanca-Badiña y A Torre lanzarán, en dos fines de semana consecutivos, entre hoy y el primer domingo de octubre, en honor a San Miguel. Cada uno en su momento, porque hace ya un tiempo que ambas comisiones acordaron repartirse los días de festejos para evitar colisiones.
El primer turno, que se inicia esta misma mañana y concluye el lunes, le corresponde a Trabanca, que custodia la talla del santo. La misma que durante décadas se guardó en A Golpilleira -la costumbre, explica Luciano, se remonta a la Guerra de la Independencia cuando, temiendo que los franceses la quemasen, un grupo de vecinos la puso a buen recaudo en un caserío de Guillán para ser, posteriormente, confiada al pazo- y fue depositada en el 2008 en su propia capilla. Se conserva, eso sí, la tradición de que la procesión del lunes visite el recinto de A Golpilleira. Y, por supuesto, el lanzamiento de bombas de palenque.
La gente de la comisión -que tuvo que organizar la fiesta a contrarreloj, puesto que la intención inicial de sus integrantes era dejarlo, y quiere agradecer la colaboración recibida- explica que los vecinos donan expresamente diferentes cantidades para la adquisición de salvas. La cifra total, como el propio presupuesto de la celebración, varía de un año a otro. En los mejores tiempos, pueden destinarse a este sonado cometido más de 3.000 euros.
Hay una cuestión que quienes escuchan las explosiones, en ocasiones bien entrada la madrugada y un tiempo antes del amanecer, acostumbran a plantearse sin obtener una respuesta muy clara: ¿cuántas bombas son capaces de hacer volar los vecinos de Trabanca-Badiña y, una semana más tarde, también los de A Torre? Las dos comisiones contratan este negocio a la misma pirotecnia: la de A Goulla, en Meis. Gracias a sus responsables podemos saber que la cosa anda en torno a las 70 u 80 docenas por barba. Es decir entre ochocientas y un millar de bombas para Trabanca y es de suponer que no menos para A Torre. Lo de la suposición viene a cuento de lo difícil que resulta conocer cuál de los dos barrios envía más cohetes a los cielos de Vilagarcía. «Iso, amigo, é segredo profesional». Así zanja el asunto el fogueteiro que se encargará del lanzamiento tanto en un lugar como en el otro. Quedémonos, pues, con esa bonita cifra a falta de un mayor detalle: alrededor de dos millares de bombas para San Miguel, que no son ninguna tontería.
De veinte tiros, de diez, simples
Esto, por lo que respecta a las bombas. Calcular el número de estallidos es ya, sin embargo, un reto al alcance de muy pocos mortales. «Levan ata oito clases de lumes, de vinte tiros, de dez, de seis, dobres, bombas de primeira e de segunda, de tres tiros para as alboradas», explican los fogueteiros. Hasta los particulares encargan cohetes de tercera clase, que ellos mismos pueden disparar. Así que pueden irse preparando para lo que viene. La cuenta atrás ha comenzado.
crónica comienza el pulso de salvas entre trabanca y A Torre