Las dudas del PP en Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La soledad del alcalde de Vilagarcía en su propio partido ha ido creciendo con el tiempo.
La soledad del alcalde de Vilagarcía en su propio partido ha ido creciendo con el tiempo. martiina miser< / span>

Fole está convencido de que puede ganar, pero no todos comparten su optimismo en un partido cada vez más aislado al norte y al sur

12 oct 2014 . Actualizado a las 04:58 h.

«La verdad es que Tomás siempre ha sido un optimista, mientras los demás estábamos preocupadísimos con el congreso del 2010, él estaba tranquilo y convencido de que íbamos a ganar y después a alcanzar la alcaldía». Esta es la opinión que hace algunos meses vertía un estrecho colaborador del alcalde de Vilagarcía, Tomás Fole, dentro del Partido Popular de Vilagarcía. Ciertos paralelismos con el ambiente que hoy se respira en el seno de la gaviota vilagarciana hacen oportuna esta referencia a lo ocurrido en el cónclave que los conservadores vilagarcianos celebraron un año antes de imponerse en las últimas elecciones municipales. La gente de Fole no las tenía todas consigo en su pulso con Javier Puertas y el aparato provincial del partido. Esas mismas dudas retornan al equipo del regidor ahora, cuando los decisivos comicios de mayo se anuncian a la vuelta de la esquina.

Sin embargo, a lo largo de los cuatro años transcurridos desde entonces se han producido importantes diferencias. La principal de ellas es el progresivo aislamiento en el que el PP de Vilagarcía ha ido cayendo. Obviamente con respecto a Pontevedra, pues la distancia que separa al regidor del presidente provincial de su partido y máximo responsable de la Diputación, Rafael Louzán, era ya evidente mucho antes del último congreso local. Sin embargo, Fole contaba en el 2010 con el respaldo más o menos tácito del aparato central del PPdeG, a través de Marta Rodríguez Arias y el propio vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Este apoyo se ha ido difuminando a medida que transcurría un mandato que ha generado no pocas sombras, especialmente por lo que tiene que ver con la mala, cuando no nula, relación que la alcaldía ha establecido con todo tipo de colectivos en la capital arousana.

Eso no quiere decir que las Administraciones gestionadas por la gaviota no vayan a prestar atención a la capital arousana en lo que resta de mandato. Sin ir más lejos, es la Diputación de Pontevedra la que les está salvando los muebles a PP e Ivil en materia de inversiones. Pero hasta ahí llegará su papel. En lo estrictamente político, Fole nunca se ha encontrado tan solo. Si gana los comicios de mayo, la suya será una victoria propia. Lo mismo que si pierde, la derrota será de su propia autoría. Para bien o para mal.

El clima en el seno de la agrupación local del partido tampoco está, precisamente, para fiestas. En realidad, la actividad del PP en tanto que formación política ha desaparecido para ser fagocitada por el grupo municipal. Para colmo de males, la trayectoria del grupo popular en Ravella ha ido dejando por el camino a valiosos colaboradores que, como los concejales Manuel Tarrío y Ángeles Rodríguez, estuvieron junto a Fole cuando pintaban bastos. Hay descontento interno, sobre todo por la sensación creciente de que el alcalde ni siquiera está atendiendo a su gente. El enroque y el aislamiento, en fin, acechan.

Aunque este panorama no es precisamente halagüeño, Fole no parece haber perdido ni su optimismo ni una calma en el proceder que es marca de la casa. Con un conflicto laboral como el de Lantero, el peor imaginable en estos momentos, gestándose en Vilagarcía, el regidor tuvo tiempo de ausentarse varios días para viajar a Lleida y participar en una reunión de municipios con parques nacionales. Dicen, quienes le conocen bien, que el regidor está tranquilo, convencido, una vez más, de que puede ganar. Pero no todos en al gaviota vilagarciana, ni siquiera en el seno del grupo municipal que preside con puño de hierro, comparten su opinión. Tal vez confiado en la fragmentación de la oposición de izquierda, el regidor se muestra inflexible en su forma de trabajar, que no piensa modificar y con la que llegará hasta el final.