Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

«Pasé de ser gobernanta en una residencia a no tener para comer»

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Volverán a trabajar tras seis años en el paro y con las ayudas agotadas

30 nov 2014 . Actualizado a las 04:54 h.

Son veinte personas con una historia muy parecida a la que viviría usted si mañana se quedase en el paro y pasara unos años agotando todas las prestaciones y sin expectativas en el horizonte. Hace años, se entendía que un preceptor del Risga (Renta de Integración Social de Galicia) era una persona que, por circunstancias familiares, de salud o de dependencias, había caído en la marginación. La crisis amplió el perfil hasta límites insospechados y hoy cualquiera trabajador castigado por la crisis puede acabar en esa situación.

En Vilagarcía hay en la actualidad más de trescientos preceptores del Risga, pero veinte de ellos ya no lo cobrarán el próximo mes. A cambio, percibirán un sueldo por media jornada. La barrera que acaban de atravesar va mucho más allá de la diferencia entre los 399 euros del Risga y lo que vayan a cobrar en sus nóminas. En realidad, es la barrera de la dignidad; la que aporta percibir un sueldo por realizar un trabajo.

Loli acaba de cruzar esa barrera, y está encantada de la vida. Tiene 43 años y siempre trabajó duro. Hasta que llegó la crisis y se le cerraron todas las puertas. Ella nunca tiró la toalla, y fue quizás ese empeño el que la llevó a ser seleccionada para uno de los veinte puestos de trabajo ofertados en el Concello de Vilagarcía a raíz de un convenio con la Consellería de Benestar. «Ahora por lo menos respiro tranquila. Pensé que no podría comer y que me iba a embargar el banco», admite.

Junto con sus padres y sus hermanos, forma parte de una familia trabajadora de Vilagarcía. De joven, estudió administrativo, y como le costaba encontrar el primer trabajo, emigró a Cataluña. «Allí tuve mucha suerte, pero me entró la morriña y pensé que con la experiencia que tenía podría encontrar un empleo en Galicia». Y así fue, y durante un tiempo le fue francamente bien, lo que le animó a solicitar un piso de protección oficial. «Cuando eres joven quieres independizarte, y pensé que por el precio de un alquiler podría tener una vivienda propia». Y se decidió sin sospechar siquiera la carga que podría llegar a ser con el tiempo su modesta hipoteca.

Porque llegó el 2008 y con él, la crisis. Loli todavía fue encadenando algún trabajo, pero cada vez más precario y cada vez por menos tiempo. Aún así no se desanimó. «Tuve que reinventarme, empecé a trabajar en hostelería, a hacer cursos de formación... No paré nunca, y he de decir que tanto en la Xunta como en el Concello de Vilagarcía se portaron siempre muy bien, yo estoy encantada con ellos».

Sin ingresos

Su último trabajo estable fue como gobernanta en una residencia de estudiantes, pero cerró y se quedó otra vez en la calle. Ahora ya sin ingresos. «Pasé de ser gobernanta a no tener para comer, así que solicité el Risga, y en tres meses me lo aprobaron». Fue su peor etapa. «Por primera vez sí me sentí excluida socialmente, así que cuando surgió esta oportunidad, me llevé una alegría tremenda. Estoy en las oficinas de Intervención, trabajando en lo mío, de administrativa, y no sé lo que voy a cobrar, pero siempre será más que el Risga».

Toda su familia está como ella. «Todos haciendo números para salir adelante. Mis padres me ayudaron esta temporada, pero ellos también tienen pocos ingresos y no pueden». Con todo, nunca perdió la esperanza y siempre supo administrarse. «Si me compro unos zapatos no tomo un café, y si me regalan un jersey no me compro unos pantalones. En el Concello también me ayudan, porque hay facilidades para pagar los impuestos».

En los años de bonanza hubo muchas personas como ella que se animaron a comprar un piso de protección oficial. Con la crisis, los embargos se sucedieron en cascada. «Reconozco que en algún momento me arrepentí, porque sin la hipoteca mi situación sería otra, pero también pienso que para cuando me jubile tengo algo que es mío». Todo depende del color del cristal con el que se mire, y Loli mira la vida con el de la dignidad, adornado con un ligero tono de optimismo.

josé y loli preceptores del risga contratados en el concello de vilagarcía

«Si compro unos zapatos no tomo un café; si me regalan un jersey ya no compro unos pantalones»

Loli

«Me levanto a las siete de la mañana como una moto para venir a trabajar; era lo que buscaba »

José