Un vilagarciano gestionó la donación de 35.000 latas de atún entre los más necesitados de Ghana
06 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.José Ignacio Prego es un vilagarciano que se gana la vida trabajando como freelance para distintas compañías atuneras. Su radio de acción es básicamente Senegal, Costa de Marfil y Ghana, aunque también se ha desplazado en más de una ocasión a Islas Mauricio o las Seychelles por motivos de trabajo. El ritmo de vida es claro: veinte días en casa y un mes en el país que toque. Actualmente está en Ghana y allí fue donde se gestó su acción solidaria, que concluyó con la donación de 35.000 toneladas de atún enlatado (cada una de 400 gramos, es decir alrededor de una tonelada de alimentos) entre diversas asociaciones benéficas del país africano.
La historia comienza hace tres años. En marzo del 2013, el armador Emilio Salaberria vendió un contenedor de atún a la empresa Pioneer Food Cannery, de Ghana, para que fuera procesado en el país africano. El punto del destino del pescado, una vez convenientemente preparado, era el Reino Unido, pero problemas burocráticos hicieron que las latas fueran rechazada y enviadas de nuevo a África. Allí quedaron desde entonces, en un almacén de la firma. Como quiera que no hubo forma de resolver el complicado asunto del papeleo, hace un par de semanas el director general de Pioneer se puso en contacto con José Ignacio para debatir qué se podía hacer con las latas puesto que al estar envasadas al natural estaban cerca de llegar a la fecha de caducidad y las autoridades del país ordenarían su destrucción.
Fue ahí cuando a José Ignacio se le encendió la bombilla. Primero sondeó al director general de Pioneer sobre la posibilidad de donar las latas. Luego lo hizo con el armador del barco. «Me contestó que adelante, que es mejor que haya gente que pueda comer a que se pierdan», recuerda Prego. Y ya con el visto bueno de los dos implicados, llegó la donación a las entidades locales.
José Ignacio, que pasará este fin de semana en Madrid disfrutando de unas minivacaciones, dice que en muchas ocasiones ve escenas en el día a día africano difíciles de digerir. «A veces les regalo mis camisetas a los niños y cuando se las ponen parece que van en camisón, pero lo que alegra ver la sonrisa y lo felices que son con una simple camiseta», escribía hace un par de días en su muro de Facebook. Lo de esta semana, sin embargo, fue mucho más que una camiseta