Trece fotografías inéditas revelan nuevos datos sobre la historia de la isla y el balneario de A Toxa

b. c. O GROVE / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

Francisco Meis añade las instantáneas a la muestra que había presentado en sociedad el pasado mes de agosto

03 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La isla de A Toxa no es solo un tesoro paisajístico enclavado en la ría de Arousa. Este lugar constituye una mina para los amantes de la historia dispuestos a bucear en los archivos en busca de esas perlas con las que se engarza la memoria de un pueblo. Francisco Meis sigue en ello. El pasado agosto, en colaboración con el Concello de O Grove, montó una exposición de fotografías antiguas que muestran el esplendoroso pasado del balneario de A Toxa, a la que acaba de incorporar trece imágenes inéditas que le sirven para completar el cuadro. Todas tienen gran valor histórico pero es la del antiguo muelle una de sus preferidas «porque simboliza toda a historia da Toxa», dice.

Parte de aquel embarcadero construido en 1880 todavía se conserva sin que la mayoría de los grovenses lo sepan. Quizá sea porque sus piedras quedan ocultas tras los muros de uno de los hoteles de la isla, y quizá tampoco interese rescatarlo del olvido para no remover muros ni expedientes, reflexiona el historiador, pero el muelle que pisó Alfonso XIII sigue ahí, oteando las laderas de Castrove. «Alí era onde chegaba todo o mundo que ía ao balneario antes da ponte», explica, ya fueran los aristócratas que se instalaban en el palacio-comedor, ya fueran los pobres que acudían al viejo balneario para tomar las aguas sanadoras.

Esta y las demás fotografías han sido rescatadas de los archivos del Museo provincial de Pontevedra y forman parte de la serie de estampas del siglo pasado que firma Pintos.

Una materia prima que le sirvió a Meis de hilo conductor para articular la charla que ayer ofreció en O Grove ante un auditorio ávido de anécdotas: que si la infanta Isabel, la Chata, ejerció de madrina en la conversión al catolicismo de un camarero hereje que trabajaba en el balneario, o que hace un siglo circular por el puente de A Toxa a 10 kilómetros por hora se consideraba una temeridad. Nombres ilustres de la época como el ingeniero José de la Gándara Cividanes y Eduardo Cobián Rofiñac -el abogado que actuó de valedor para que Cortegada se convirtiera en residencia de verano de la familia real frente a la opción de Santander- salpicaron el recorrido que Meis hizo por las fotografías que acaba de incorporar a la exposición instalada en la carpa institucional de la Festa do Marisco hasta final de mes. La habitación de la infanta Isabel, las duchas y un expositor de productos del balneario de los años veinte y una imagen de las primeras trabajadoras de la fábrica da jabones son otras de las joyas que acaban de salir a la luz.