El Museo de Cacabelos y la artista Raquel Montero realizan una intervención artística en un solar asolado por un incendio junto al Camino de Santiago y la A-6
14 dic 2016 . Actualizado a las 11:41 h.Al final del túnel hay luz, pero en algunas ocasiones puede haber magia, incluso donde antes había desolación. Este es el caso de un solar situado junto al túnel de la A-6 y de la N-VI en Villafranca del Bierzo, en dirección A Coruña, donde el conductor recibe la impresión de un paisaje azulado que contrasta con el otoño de Os Ancares.
El Museo Arqueológico de Cacabelos -dentro de su exposición temporal Poli_zontes, en la que nueve creadores españoles de diferentes ramas artísticas reflexionan sobre el paisaje y el arte- propuso a la artista Raquel Montero una intervención artística en un lugar donde se visibilizase el arte contemporáneo y a la vez fuese una llamada de atención sobre los daños en el medio ambiente.
Nació así El bosque azul, un proyecto en el que Montero y el museo, a través de su directora, Silvia Blanco, quisieron recuperar una finca asolada por un incendio en el 2015. «Estudiamos muy bien el enclave en el que intervenir, porque quisimos hacerlo visible a todas las personas que entran en Galicia, ya sea por carretera como a través del Camino de Santiago, y a la vez que sirviese de presentación a la exposición que mostramos en Cacabelos», explica la responsable del museo.
El reto fue importante para Raquel Montero -natural de Trabadelo y con dilatada trayectoria artística- ya que nunca había tenido la oportunidad de realizar una intervención paisajística. Después de un proceso previo de análisis del terreno quemado, en el que solo había xestas y dos robles negros, Montero y numerosos colaboradores usaron durante una semana máquinas de proyección de pintura al agua biodegradable para convertir una parcela que estaba destruida en un bosque lleno de luz. «Usé el azul porque no es un color propio de la naturaleza, con lo que conseguí el contraste visual que perseguía para ofrecer la reflexión sobre el desastre ambiental», explica la artista.
El bosque azul, al que se accede desde el propio Camino Francés a través de un sendero flanqueado por las ramas de los arbustos azulados, fue creado como una obra efímera. La exposición de Cacabelos finaliza el 8 de enero, pero el recorrido de esta pieza al natural durará unos dos años. La propia naturaleza y el tiempo irán deshaciendo la obra. «Mientras dure, espero que consigamos plasmar que el arte puede servir para cambiar lo que antes fue una desgracia, y a la vez proponemos que el arte salga a la calle y se introduzca en la vida de las personas», señala la directora del museo berciano.
Desde su inauguración, el día 2, supone un impacto para los peregrinos y conductores que atraviesan la zona. Mientras a escasos metros rugen los motores y circula la prisa del siglo XXI, en El bosque azul la naturaleza muerta cobra vida. «Que cada uno lo interprete como desee, pero es patrimonio de todos», explica con ilusión su creadora.