
Creó un personaje con nombre de explosivo; una especie de Mafalda gamberra que quiere llevar a un libro
09 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Se canta en toda buena manifestación que se precie que «la próxima visita será con dinamita», como amenaza simbólica y extrema. Pues con Ticiana Ghiglione ni siquiera es en la próxima visita. Ella ya trae dinamita en la primera. Bueno, seamos justos. En realidad, a quien trae consigo es a Dina Mita; una niña de nueve años que salió de su imaginación de rebelde con causa y de su mano de ilustradora, una especie de Mafalda gamberra que lleva años abriéndose camino en las redes sociales. Ticiana quiere que ahora Dina Mita pase al papel. Y por eso ha iniciado un crowdfoundig -petición de financiación en Internet y a ciudadanos de a pie- para editar un libro con las decenas de viñetas que ha ido haciendo con su irreverente personaje. Y por eso también Tatiana se deja querer y cuenta quién está detrás de Dina Mita. No hace falta prolongar mucho la conversación para ver que esa niña crítica y ácida es, de los pies a la cabeza, una mirada en el espejo de su autora.
Viajamos hasta Argentina, a Buenos Aires, al barrio colorido de La Boca, ese en el que suena el tango cada noche y la bohemia está instalada en sus rincones. Ahí se crio Tatiana. No tuvo ella una infancia corriente. Con padres artistas, artesanos que iban aquí y allá, creció de feria en feria. Dice que tiene un recuerdo dulce de aquellos años, en los que sus padres abrían la casa a numerosos artistas. Lo recuerda con cariño, pero no se olvida de la dureza de algunos momentos: «No puedo decir que pasé hambre, pero la situación económica no era buena. Mi madre se vino a España a buscar oportunidades y cuando nos mandaba dinero me acuerdo de la alegría que teníamos por poder ir con mi padre al supermercado a comprar comida y llenar la despensa... eso lo recuerdo bien». A los nueve años ella y su padre también cruzaron el charco. Y se instalaron en Lugo. De ahí sí que no hay nostalgia positiva ni recuerdos amables. «Fue durísimo, la adaptación para mí fue realmente terrible, se metían conmigo por cómo hablaba... no me gustó», dice. Al hablar de aquellos años solamente hay una anécdota capaz de sacarle la sonrisa: «Yo era una cría todavía, y la profesora llamó a mi madre para decirle que le gustaba mi carácter, que era muy justiciera y que si veía que algo no era justo enseguida protestaba, pero que no podía ser así porque revolucionaba la clase». Ticiana era ya, por tanto, una rebelde.
Pasaron los años, llegó el instituto y el blanco se impuso al negro. Todo fue mucho mejor cuando vino a Pontevedra, donde sigue viviendo, para estudiar algo llevaba en el ADN: Bellas Artes.
Llegada a Pontevedra
Hizo la carrera y mientras tanto ejerció la que a día de hoy sigue siendo su principal profesión: buscavidas. Desde muy joven dio clases de mil y una cosas, desde enseñar las asignaturas básicas a niños pasando por mecanografía a todas aquellas materias relacionadas con el arte. Y también trabajó y trabaja limpiando casas o locales. Nunca acababa de verse en ninguna especialidad del arte. Hasta que gracias a una beca pudo cursar un máster de ilustración. Por fin, ahí estaba su sitio. Y fue la ilustración la que le llevó a su niña Dina Mita.
Corría el año 2012 y, tras un parto sin dolor, parió a Dina Mita. De su mente salió esa niña de nueve años que lo mismo pone verde a los políticos que dice lo que piensa sobre el aborto. Dina Mita es lo más políticamente incorrecto que uno se puede echar a la cara. Dice algunas verdades como puños y no se amilana ante nadie. Ticiana reconoce que no es fácil andar con una muchacha así de la mano. Pero de momento no sucumbe. Todo al contrario, tras años publicando sus viñetas en las redes sociales, ahora quiere llevar su proyecto a papel. Necesita financiación y por ello inició un crowdfounding a través de la plataforma creativa Verkami. Va por el 40 % del dinero necesario y quedan todavía unos días de margen. Así que aspira a conseguir su objetivo: «Confío en lograrlo, se puede aportar lo que se quiera y hay recompensas. Si la aportación es pequeña se entregan chapas y algún otro detalle y a partir de 18 euros ya el libro», cuenta.
Militante del feminismo
Dina Mita, pese a que ha sido creada como una especie de Peter Pan, ya que va a seguir eternamente en los nueve años, ha ido haciéndose rebelde con muchas causas. Es ecologista, republicana y, sobre todo, y siguiendo los pasos de su autora, es militante feminista. Dice Ticiana que en los tiempos que corren no contempla otra posibilidad. Se pone seria y hace alusión a que un porcentaje elevadísimo de mujeres sufren acoso, físico o psicológico a lo largo de su vida por el machismo imperante. Ella se ha involucrado en el colectivo feminista de Pontevedra, ha cambiado su lenguaje para dejar de lado el sexismo y vela por la igualdad. Hace poco, precisamente, estuvo dando un taller de esa temática a mujeres gitanas de Lugo. Le sorprendieron, para bien, muchas cosas, como por ejemplo los valores que esas mujeres le querían transmitir a sus hijas.
Dina Mita y Ticiana parecen retroalimentarse. El personaje aprende de su autora. Y la mujer que ella es se refugia en sus viñetas para ir curando las heridas que la realidad y la vida dejan. No es poco lo que ha vencido en los últimos años. Un problema en el nervio óptico la dejó casi ciega unas semanas. Y tiró para adelante. Se pone los guantes de limpiadora cada día, porque la ilustración no le da de comer, y sigue adelante. Porque así son las rebeldes; luchadoras y decididas. Como ella. Y como Dina Mita, faltaría más.