El negocio de proximidad que resiste a Goliat

m. santaló VILANOVA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

No hay nadie en la comarca que no haya oído hablar de Super Nito, un establecimiento con medio siglo de historia

11 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedirle a Gonzalo Torrado que cocine algo, lo que quiera, es terminar sin un hueco libre sobre la mesa. Hay que arrimar bien los platos, el espacio se queda justo para el desfile de carnes que escogió para la ocasión: el chuletón de 2,5 kilogramos, que cocinó a la brasa lentamente, es solo una de las piezas que van cogiendo sabor conforme transcurre la charla. Dos hamburguesas, panceta de cerdo y pimientos son algunos de los acompañantes. «No es el menú de una boda, pero creo que tampoco está mal», bromea. Hay una clara coincidencia: digerir el menú llevará su tiempo a los comensales. Resulta imposible quedarse con hambre.

Eso sí, el menú es predecible y tiene mucho que ver con la charla. «La carnicería es la parte predominante del supermercado. Supone entre un 25 % y un 30 % de las ventas», señala. Y es que Super Nito nació como una pequeña carnicería que se fue ampliando hasta lo que es hoy. Gonzalo echa la vista atrás: cuando sus padres, Juan Torrado y Carmen Pérez, alquilaron a un vecino un pequeño local en el que seguir con una profesión que es ya una tradición familiar. «Mi tatarabuelo se dedicaba al sector, así que lo conocemos desde bien pequeños», explica. Ese pequeño primer local todavía está presente en sus recuerdos: «Era como un jardín de infancia». Su hermano, José Juan, con el que comparte a día de hoy la gestión del supermercado, también correteaba por allí. Lo mismo sus hermanas, Esperanza y Carmela, y los hijos de los vecinos.

«Hacíamos castillos con los rollos de papel higiénico y los comerciales nos incentivaban para que ejerciéramos de gancho. Estábamos ahí molestando, al tiempo que aportábamos un toque de chispa», cuenta sobre esos primeros años. Crecían al tiempo que lo hacía el negocio. Poco después a abrir la carnicería, alquilaron el espacio que antes ocupaba una taberna, y nació el supermercado. En el año 1996, con la nueva generación ya inmersa en el establecimiento, se produjo el salto de gigante: consiguieron una finca anexa y pasaron de disponer de 65 metros cuadrados a 258. «Era el momento de renovarse o morir», asegura. Apostaron por lo primero, y salió bien: cincuenta años después de que su padre pusiese en marcha el negocio siguen al pie del cañón.

Un mercado de gigantes

«Le dedicamos el 80 % de nuestro tiempo». Gonzalo afirma que tanto su hermano como él tienen claro que hay que trabajar duro para competir en un mundo en el que las grandes superficies devoran a los pequeños supermercados. No sabe cuál es la fórmula para sobrevivir pero señala que procuran cuidar tanto a sus clientes como a sus proveedores. ¿Alguna estrategia a mayores?. Abrir todos los días del año. Solo hay tres excepciones: el día de Navidad, primero de año y Reyes. Es una forma de compensar otros aspectos en los que resulta imposible competir: «No cerrar al mediodía para nosotros es complicado». La venta online es otro terrero donde los gigantes juegan con ventaja.

Si el cerdo es el símbolo de Super Nito, las cocacolas son su gancho. Es difícil encontrarlas más baratas en la comarca. ¿Algún acuerdo extraordinario?. «No, es un producto caliente, que sirve de atrayente. Todos los precios van en merma de nuestro margen de negocio», afirma. Otra forma de competir. Ahí están, haciendo resistencia. Y, para quienes no sepan dónde encontrar su negocio, siempre pueden averiguarlo en el sitio más inesperado: frente al recién estrenado Alcampo de Vilagarcía. Un anuncio colocado a conciencia mira de frente a Goliat para recordarle que los negocios de proximidad están para quedarse.

La competencia crece, pero ellos mantienen una clientela fiel y por la que están dispuestos a seguir trabajado. Los cincuenta años los celebraron por todo lo alto: con un homenaje a la primera clienta de su padre. Delia de O Zapateiro, como la llaman con cariño sus vecinos, fue tan protagonista como el local. Tampoco faltó la banda de gaiteiros de la asociación folclórica de Valle-Inclán. Y es que los hermanos Torrado son de los que hacen las cosas a lo grande. No hace falta más que echar un ojo al menú.