La venta de la sede del Liceo Casino apenas cubriría la mitad de su deuda
AROUSA
El sector inmobiliario cree que un precio superior a 300.000 euros sería inviable. Queda un mes de espera hasta decidir qué hacer con la sociedad
13 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Es el clavo ardiendo al que se agarran los socios del Liceo Casino que todavía sueñan con que la sociedad siga cumpliendo años. La venta de la sede de la rúa Castelao, probablemente el único bien que no ha sido embarcado, aparece como la gran esperanza para saldar deudas y evitar el cierre definitivo. El precio que se ha manejado en las distintas asambleas iba desde los 500.000 euros hasta los 700.000 € que se llegaron a soltar en la del lunes. Sin embargo, esas cifras distan mucho de lo que algún inversor estaría dispuesto a asumir. Así lo explican desde la inmobiliaria Avelino Barreiro. «El local es muy grande, pero tendría que ser objeto de unas reformas importantes para poder alojar allí oficinas. Lo más lógico es que no superara los 300.000 euros», explica el propio Avelino.
Las obligadas reformas
La cifra no está lanzada al azar. Una oficina de 200 metros cuadrados en el mismo edificio se fue a los 90.000 euros. Evidentemente, la superficie del Liceo Casino es mucho mayor, ronda los mil metros cuadrados, pero las obras que necesitaría ejecutar para adaptar las varias oficinas que podría acoger elevaría mucho la factura. Tanto como para dejar esos deseados 500.000 euros, que servirían para pagar la deuda al completo, en poco más de la mitad. Insuficiente, por lo tanto, para poder afrontar los numerosos pagos que tiene por delante la sociedad vilagarciana.
Todas estas cuentas, de todas formas, están pendientes de establecer cuál es la situación de la sede del Liceo Casino. En el traspaso de poderes que se ejecutó tras la fusión de ambas sociedades, el local de la rúa Castelao se quedó en el alero. No pasó a formar parte del patrimonio de la nueva entidad. Esto, por un lado, ha servido para que se librara del embargo en el que han caído el resto de bienes, pero también abre una serie de interrogantes. ¿A quién pertenece? Si es al Casino exclusivamente, ¿podrían venderla o no los socios del Liceo Casino? ¿Quién se quedará con ella el día que cierre sus puertas definitivamente?
El mercado de locales para oficinas no se ha recuperado
Al margen de las dificultades que supondría encontrar un inversor dispuesto a desembolsar una cantidad de dinero tan importante, lo cierto es que, según apunta Avelino Barreiro, el mercado de las oficinas, que no avanza, es uno de los principales síntomas de que la crisis sigue ahí, con la amenaza en todo su esplendor.
«Está comenzado a recuperarse y alguna nueva se va alquilando, pero todavía va muy despacio», explica Avelino Barreiro sobre una parte de su negocio que está intentando sacar la cabeza de la crisis.
Para comprobar la complejidad de sacar adelante una venta de un local de similares características a las que tiene el Liceo Casino no hay que desplazarse muy lejos. Solamente hay que cruzar la calle. Allí se encuentra el local que utilizaba la autoescuela Breogán, que lleva muchos meses con los carteles de las inmobiliarias en sus puertas y ventanas sin que, por el momento, haya aparecido algún inversor.
Un mes de espera hasta decidir qué hacer con una sociedad que camina hacia el cierre
La asamblea que se celebró el pasado lunes para poco más sirvió que para abrir una nueva cuenta atrás en la senda vital del Liceo Casino. Ni apareció una nueva junta directiva que asumiera el relevo del dimitido Antonio Castro ni, de hecho, se la esperaba. Sin embargo, la treintena de socios que acudieron a la cita tampoco estaban por la labor de echar el cierre.
La decisión que se tomó por unanimidad fue la de dar un mes más de plazo para que tanto Castro como Darío Tiago, el secretario, aporten la documentación que ayer le fue requerida y, de esta forma, los socios puedan hacerse una mejor composición de lugar de cuál es el estado de la entidad, más allá de la sensación de camino hacia el cementerio que desprende.
Al margen de un completo desarrollo de las cuentas de los últimos años, los socios también solicitaron un inventario de los bienes de los que dispone la entidad. Entre ellos, el numeroso material deportivo que tenía el Club de Mar y que, según explicó Antonio Castro, ha sido vendido en su mayor parte para ir apagando fuegos.
El último apunte sobre el que los socios apuntaron su decisión de aplazar la asamblea un mes es porque quieren que a ella acuda el administrador que está al cargo de las cuentas de la entidad liceísta.
Al margen de todas estas circunstancias, la gran losa es la sangría de las bajas de socios, que no deja de crecer. Según confesó Antonio Castro antes de comenzar la asamblea de ayer, la última relación no supera los 150 abonados.