Relato de una tragedia: Gritos, el barco escora, el patrón no logra enderezarlo... y nadar para salvar la vida
AROUSA
Carlos Costa, superviviente del naufragio del Sin Querer Dos, apunta a un golpe de mar como la causa del siniestro, y duda de que surgieran problemas en la sala de máquinas
21 dic 2018 . Actualizado a las 23:28 h.Carlos Costa Rial no se ve con fuerzas para hablar con los periodistas, pero, a petición de este diario, accedió a ofrecer su relato, a través de un amigo, de cómo vivió él lo ocurrido a bordo del Sin Querer Dos. Y cabe puntualizar el cómo lo vivió y no lo que ocurrió, porque ni siquiera él sabe qué provocó que el barco se fuese a pique.
Lo que alcanza a recordar es que él, el patrón, Manuel Serén, y el segundo al mando a bordo, Guillermo Casáis, estaban en el puente cuando oyeron unos gritos. A partir de ahí todo sucedió rápido y en medio de una gran confusión. El barco escoró y el patrón ya no pudo enderezarlo. A Guillermo, el único miembro de la tripulación que sigue desaparecido, ya no volvió a verlo. Cree que cayó por la borda. Mientras, él y Serén se iban hundiendo hacia el fondo atrapados dentro de la embarcación. Carlos nadó y nadó hasta alcanzar la superficie.
Manuel se quedó por el camino. ¿Por qué no logró nadar lo suficiente para salvarse? Se sospecha que pudo sufrir un golpe, pero todo son conjeturas.
Sobre la causa del siniestro, el cocinero del barco tampoco tiene certezas. Su hipótesis es que el Sin Querer Dos sufrió un golpe de mar, una gran ola que lo escoró, y la mole de hierro ya no pudo recuperar su posición. Descarta que hubiese entrado agua en el buque o un problema en la sala de máquinas porque el maquinista hubiera advertido de ello. Pero, insiste, estaba en el puente y no tiene elementos de juicio para llegar a ninguna conclusión.
Las hipótesis
El delegado del Gobierno, Javier Losada, planteaba este jueves la posibilidad, a la espera de la oportuna investigación, de que un golpe de mar hiciese caer las redes de la cubierta y estas acabaran enrolladas en la hélice del barco, impidiendo así su gobierno.
Fernando Padín, el hermano de uno de los tripulantes fallecidos, no lo cree posible. «As redes nese barco non caen, tivo que petar con redes ou troncos entre augas», explicaba este jueves al mediodía en la plaza del Concello, adonde acudió para participar en los minutos de silencio que se guardaron en memoria de las víctimas.
A esa hora, Costa estaba ya en su casa de Cambados, después de haber recibido el alta médica. Físicamente está bien; anímicamente está destrozado. Acaba de perder a compañeros y amigos y ha vivido una experiencia traumática.
Calcula que estuvo aproximadamente media hora en el océano nadando desesperadamente agarrado a unas tablas, en busca de las balsas salvavidas del buque. Llegó a una de ellas, pero estaba exhausto y ya no le quedaban fuerzas para subir. Sus ángeles de la guarda fueron sus compañeros David, Christian y Ahmed, que lo agarraron con fuerza y lograron subirlo a bordo. La gratitud de él y su familia hacia ellos es infinita, según relataban. Otros dos tripulantes, de origen senegalés, lograron alcanzar la otra balsa y hoy también pueden contarlo.
Fueron minutos de angustia, de tragar mucha agua y de un intenso frío a la espera de los equipos de rescate. Carlos se enroló en el Sin Querer Dos después de varios años en tierra. Tras esta tragedia, este jueves le era imposible saber si podrá volver al mar.
Infructuosa búsqueda de Guillermo Casais por Fisterra y Carnota
A. G. RIBEIRA / LA VOZ
Cuando el día comience a despuntar, el empeoramiento del estado de la mar y la escasa visibilidad han impedido que, hasta el momento, se hayan desplazado a la zona los medios aéreos y el buque Don Inda para la búsqueda del marinero desaparecido. La tripulación de este último está alerta para, en caso de que la situación mejore, poder desplazarse y dar aviso cuando puedan incorporarse los helicópteros.
Por tierra sí están realizando trabajos de rastreo el Grupo de Emergencias Municipal de Muros, que recorre la zona comprendida entre la playa de O Ancoradoiro y la localidad carnotana de O Pindo, e integrantes de Protección Civil y Policía Local de Fisterra
Ayer desde la mañana y hasta poco después de las seis de la tarde, los helicópteros Helimer 402, el Cuco de la Guardia Civil y el Pesca 1 se turnaron para sobrevolar el espacio comprendido entre el cabo Fisterra, punta Remedios e Illa Lobeira. Recorriendo las aguas estuvieron hasta la noche el buque Don Inda y la patrullera Tabarca, de la Armada. Al rastreo se sumaron por tierra dos agentes de la Policía Local de Carnota, tres integrantes del grupo de Protección Civil del municipio y miembros del Grupo de Emerxencias Supramunicipal de Muros, que iniciaron su recorrido por la costa en la localidad de O Pindo.
El dispositivo carnotano concentró sus esfuerzos en la zona comprendida entre el faro de Lariño y Lira. El jefe de la Policía Local, Jesús López Rama, encargado del operativo, comentó que recibieron el aviso del 112 para cooperar en la actuación. También un par de voluntarios de Protección Civil controlaron la franja comprendida entre las playas de Sardiñeiro y Langosteira, al tiempo que inspeccionaban, dentro de la ría, el área del cabo Fisterra.
Sin embargo, las malas condiciones del mar complicaron bastante el trabajo e impidieron, en muchos casos, que quienes participan en el dispositivo pudieran aproximarse a las rocas.
Funeral conjunto de las víctimas en Cambados
Al mediodía una multitud se reunió en la plaza del Concello para rendir homenaje a las víctimas del Sin Querer Dos. El silencio solo lo rompió la canción «Negra sombra» en la voz de Luz Casal, y muchos ojos se llenaron de lágrimas. El Concello declaró tres días de luto, suspendió los actos oficiales, las banderas ondean a media asta y el alumbrado navideño se ha apagado. La capilla ardiente se ha instalado en el pabellón, adonde se acercaron numerosos vecinos. El funeral conjunto será esta tarde. En Portonovo se han decretado tres días de luto y hoy habrá una concentración silenciosa como homenaje.
LOS TRES FALLECIDOS Y EL DESAPARECIDO DEL SIN QUERER DOS
«O mar dá moito, pero tamén cobra», señalaba este jueves un marinero retirado a la puerta de la capilla ardiente instalada en el pabellón de deportes para velar a las víctimas del naufragio. Eran personas conocidas y queridas en el pueblo, que dejan un hueco irreparable y a las que despiden cientos de personas.
MANUEL SERÉN, PATRÓN
Un marinero brillante, sensato y amigo de la fiesta
B. C., R. E. CAMBADOS / LA VOZ
Era el más veterano de la tripulación. Tenía 57 años, dos hijos y varios nietos. Todos los que lo conocen coinciden en referirse a él como un experimentado patrón, de ahí que resulte tan difícil explicar la tragedia del miércoles. «Levaba o barco como poucos e o barco era do mellor que hai por aquí», señalaba ayer un marinero de Cambados. Manolo, como se le conoce en el pueblo, era una persona amiga de la fiesta, que procuraba no faltar al Albariño cada agosto ni se perdía la cena semanal que parte de la tripulación y otros vecinos del pueblo organizaban cada jueves, siempre que el calendario de las mareas lo permitía. Sus amigos lo definen como una persona brillante y sensata. Procedía de una familia con una amplia tradición marinera, tanto es así que su mujer es vendedora de pescado en la plaza de abastos y su hijo ha hecho del mar también su oficio. Una medalla que llevaba al cuello ayudó a identificarlo en Porto do Son. Hoy recibirá sepultura en Santa Mariña.
TEÓFILO RODRÍGUEZ, TRIPULANTE
Un fiel seguidor del baloncesto y la cultura tradicional
Teófilo Rodríguez llegó al mar por culpa de la crisis. Durante años trabajó en tierra, en empresas de carpintería y estructuras metálicas. Pero la burbuja inmobiliaria estalló y lo empujó a él, como a tantos otros, a buscar nuevos caminos. Siendo de Cambados, y de una familia vinculada al mar, Teófilo no tardó en mirar al océano para encontrar en él su nueva vida. Quienes lo conocían se lamentaban ayer de su triste suerte. «Non lle faltaba moito para xubilarse», decían, rumiando su dolor, en la plaza del Concello de Cambados. Teófilo era un hombre muy implicado en la vida deportiva, social y cultural del municipio. Había sido directivo del Xuven, el club de baloncesto de Cambados, al que acudía a ver siempre que podía en el pabellón de O Pombal, el mismo lugar que ayer sirvió para velar sus restos mortales. Y durante años estuvo en la primera línea a la hora de promover y divulgar el folklore gallego, de la mano de la asociación Xironsa. Tenía 54 años y deja dos hijos. Uno de ellos es soldado y viajó ayer desde el Líbano para despedir a su padre.
GUILLERMO CASÁIS, DESAPARECIDO
Mañana tenía previsto partir a Perú con su familia
Guillermo Casáis era el segundo al mando a bordo. Tenía 44 años y dos hijos, de 7 y de un año de edad. Su mujer es peruana, peixeira en la plaza de abastos del pueblo, y a su país tenían previsto viajar mañana para presentar a la pequeña a la familia materna aprovechando las fiestas navideñas. Tampoco pudo acudir a la cena do Xeito, ese encuentro de amigos que cada jueves se celebraba en un restaurante de Cambados. Como Teófilo, era una persona muy ligada al deporte local. Fue jugador del Club Juventud Cambados y directivo del club de baloncesto. Es el único miembro de la tripulación al que se ha tragado el mar. Al dolor de la pérdida se suma el de la incertidumbre ante la falta de resultado del dispositivo de búsqueda. La familia está destrozada y, con el propósito de ayudarles a pasar este duro trance, dos psicólogos de la Cruz Roja acudieron ayer tarde a su domicilio. En Cambados seguían anoche pendientes de noticias.
BERNARDINO PADÍN, MARINERO
No llegó a tiempo para alcanzar la balsa salvavidas
Bernardino Padín tenía 45 años y deja dos hijos, de 21 y 18 años. Natural de la parroquia de Corvillón, actualmente vivía en A Cabana, muy cerca de las otras víctimas del naufragio del miércoles. Llegó al Sin Querer Dos siguiendo los pasos de su hermano, Fernando, que ya había estado enrolado en este buque hace unos años. Como los demás, no se explica cómo se pudo haber producido la tragedia. Ayer contaba que Nardo, como lo llaman sus allegados, logró lanzarse al mar justo antes de ser engullido por el buque, pero sus compañeros lo perdieron de vista cuando le faltaba poco para alcanzar la balsa salvavidas. Lo relataba así después de fundirse en un abrazo con Luis Serén, el cocinero titular del barco, que, por una lesión, en esta ocasión no se enroló en la costera del Cantábrico. Carlos fue en su lugar y ambos se salvaron.