El último alférez de la academia del Liceo ya apunta dotes de almirante

AROUSA

MARTINA MISER

Alumno de la laureada sección vilagarciana de vela hasta su cierre, ha sido forjado por cinco técnicos exliceístas

03 ago 2019 . Actualizado a las 21:07 h.

Los grandes éxitos a los que tan bien malacostumbrados nos tienen los deportistas españoles nos llevan a olvidar un principio común a todos cuantos acaban subidos a un podio de postín: la cosecha es el fruto de un laborioso trabajo de años, de una inversión ingente de dedicación y esfuerzo; necesitada de la confianza y el respaldo de personas o estructuras que apuntalen el crecimiento de esa fértil semilla origen y final de todo, el deportista. Regatista del R.C.N. Sanxenxo, deportista del Centro Galego de Tecnificación Deportiva y su extremidad en la capital arousana, el Centro Galego de Vela, Jacobo García García (Vilagarcía, 23/I/2002), desde el pasado martes subcampeón absoluto europeo júnior de 420 junto al coruñés Toni Ripoll, es el último prodigio que, a título póstumo, ha botado la sección de vela del Liceo Casino, sepultada a comienzos de la década por la decadencia de su matriz con dos campeones olímpicos y un enorme palmarés y prestigio en su epitafio.

Jacobo fue uno de tantos vilagarcianos que el 21 de agosto del 2008 vieron a su paisano Antón Paz y el pontevedrés Fernando Echavarri colgarse el último oro olímpico de Tornado en los mares de China. Aquel niño de 6 años no tardó en contrastar su gusto por el mar con la práctica de la vela. Un curso en la escuela municipal, y se enroló en el Liceo Casino cuando este empezaba a entonar, aún sin saberlo, el canto del cisne.

No fue nunca Antón su mentor. Sí un faro de referencia para la navegación de Jacobo, que considera un lujo «haberlo tenido en el club, estar cerca de él en el Centro Galego de Vela y verlo y hablar con él casi todos los días». Fueron otros, casi la totalidad entroncados con la vela liceísta, los que han venido cincelando la figura de un patrón todavía encajado en el bloque madre de mármol.

«Jacobo demuestra día a día que le apasiona navegar, y que no se acobarda ante ningún rival. Su dedicación constante le augura un futuro prometedor». Con estos rasgos comenzaba a esbozar Ero Pons, su primer entrenador, las facciones de García tras la primera traducción de su potencial: campeón gallego absoluto de Optimist con solo 11 años recién cumplidos.

Un clan que lo ha guiado siempre

Tras cuatro temporadas, arriada la grímpola liceísta, fue Bernardo Paz, su segundo técnico en Vilagarcía, quien «me llamó para que me fuese con él a Sanxenxo, donde estaba entrenando», al saber, apunta Jacobo, que «no estaba cómodo en Vigo» al mes de su llegada allí. En Sanxenxo, recuerda, «mi entrenador era Carlos Paz», el hermano y compañero de Antón en el 49er en el que acababa de despedir, sin éxito, la navegación olímpica. Carlos supo ver «que mi primer compañero en el 420, Nicolás Cons, y yo no encajábamos, e hizo que contactaran con Toni -Ripoll-», explica Jacobo.

La elección del, curiosamente, hijo del técnico de Antón y Echavarri en la conquista olímpica fue, no obstante, mezcla del ojo del propio Jacobo, y del azar, relata: «En Optimist nunca tuve suerte con los resultados a nivel nacional, y decidí dejar la clase un año antes de lo habitual. Ya había pensado en Toni. Nos conocíamos de las regatas, encajábamos bien por su estatura, y no había muchos chicos de mi edad que quisiesen pasarse a navegantes de 420 ese año».

En diciembre del 2016 Ripoll y García comenzaron a navegar juntos. Y la química fluyó «desde el principio. Nunca tenemos ningún problema, sabemos hablar entre nosotros», dice Jacobo, que añade al éxito de la fórmula la complementariedad de ambos: «Mi virtud es la táctica, y Toni técnicamente es muy bueno».

Top 15 en su precoz estreno en el Campeonato de España de Semana Santa del 2017, el podio Sub-17 en el Nacional del 2018, ya con otro exliceísta, Adrián Domínguez, como entrenador en el R.C.N. Sanxenxo, les valió su primera internacionalidad, que prepararon con Bruno Gago, forjado también en la vieja sección de vela vilagarciana. Una pifia en la última manga de la pareja polaca que dominaba el Europeo les dio el primero de sus dos grandes títulos Sub-17 el año pasado; el otro fue el del Mundial, que García y Ripoll lideraron todos los días.

En septiembre del 2018 Jacobo ingresó en el CGTD con Toni, y en enero volvía a entrenarse con Ero Pon, y Andrés Álvarez. Sextos en el Mundial, plata en el Europeo Júnior Sub-19. ¿El 2020? «La meta es que sea mejor que este año, lo que conllevaría algún título», afirma García. Un alférez que apunta dotes de almirante: «Tras el próximo verano nos pasaremos a 49er».

«Todos los días dormí en mi casa, y paseaba con mis amigos»

Jacobo García y su compañero Ripoll llegaron al Europeo Júnior de 420 de Vilagarcía «con el objetivo de ser más ambiciosos» tras quedarse a principios de mes a 10 puntos del podio del Mundial. «Navegamos todos los días a nuestro mejor nivel. Y en un campeonato que se nos hizo bastante largo, mantuvimos la cabeza fría, lo que nos hizo ir de menos a más», cuenta, y aprovechar la mala última manga de los también gallegos Wizner y Ameneiro para escalar del tercer al segundo puesto cuando el martes habían salido a asegurar el bronce. Un logro que redondeó una experiencia única, navegando un Europeo en su ciudad: «Dormí todos los días en mi casa, y al volver del agua iba a dar una vuelta con mis amigos. Que ellos y mis padres me pregunten cómo voy y me deseen suerte junto a mí», eso no tiene precio para Jacobo.