Operación Mimosín, la Caixa Connection, la Pista Búlgara... Iván Redondo no tendría nada que hacer frente a aquellos urdidores de Vilagarcía
18 ene 2020 . Actualizado a las 21:00 h.La Operación Jacinta, el Pacto de O Cavadelo, la Pista Búlgara, la Operación Cocido... Parecen titulares propios de la nueva política-espectáculo. Los guionistas de la Sexta se pondrían al rojo vivo si tuvieran ante ellos la Operación Mimosín o los procesos Caixa Connection y Caixa Desconnection. Pero no, no los tienen. Todas estas conspiraciones, pactos y operaciones sucedieron a finales del siglo pasado y no ocurrieron en la Cataluña del Procés ni en el Madrid de la Gürtel. Esas movidas políticas apasionantes, divertidas y retorcidas entretuvieron las tertulias vilagarcianas y coparon los titulares de la edición de Arousa de La Voz de Galicia en la década de los años 90 del siglo XX.
En estos tiempos de política vilagarciana aburrida y previsible, cuando a nadie se le ocurre montar operaciones, conspiraciones ni conexiones, se echan de menos aquellos años de enredos y tejemanejes, que convirtieron las páginas de la prensa en una excitante experiencia que daba juego para opinar, discutir y bromear de la mañana a la noche. Aquella Década de los Líos será estudiada dentro de cien años como un período digno de ser novelado y filmado.
En medio de tanta excitación política nacional, los veteranos de la cosa pública vilagarciana pueden mirar con superioridad a quienes creen haber descubierto en Iván Redondo al supremo heredero de Maquiavelo. Conozco al consejero áulico de Pedro Sánchez de cuando fue consejero de José Antonio Monago, líder del PP en Extremadura, y no le llega a la suela de los zapatos a los grandes urdidores de la política vilagarciana de la Década de los Líos.
Corría el mes de noviembre de 1991, cuando estallaba en Vilagarcía con gran escándalo la Operación Jacinta. Tomaba su nombre de la Jacinta, famosa, inmensa y molesta piedra vilagarciana. La operación pretendía, metafóricamente, lanzar al mar de los ceses, con la famosa piedra como flotador, al entonces presidente de la Junta del Puerto, Celso Callón Recuna. Se conspiraba para echarlo del cargo, pero Callón dedicaba los siguientes cuatro años a consolidarse y, en enero de 1995, el Puerto firmaba el Pacto del Cavadelo con Ayuntamiento, Costas, cofradías y productores de Carril y Vilaxoán. De ese pacto nació la conversión de la playa de A Compostela en un arenal, discutible, pero arenal al fin y al cabo, la recuperación de las playas de Vilaxoán, nuevas siembras de semilla de almeja, dragados de los fondos portuarios, etcétera. Y Celso Callón entró en la historia de la ciudad.
Mimos para un gobierno
Desde junio de 1991, en Vilagarcía gobernaba el PSOE con el BNG y con CNG, una candidatura urdida por Pablo Vioque que se dejó querer antes de decidir si apoyaba a Rivera o a Gago. El PP intentaba el Pacto del Parador de Cambados ofreciendo a Rodríguez Cuervo y a Javier Rionegro tenencias de alcaldía, comisión de gobierno y acceso a consellerías. El PSOE buscaba el Acuerdo del Restaurante en una discreta casa de comidas a cambio de tenencias de alcaldía y de entregarles Fexdega, Industria, Empleo y Servicios. Al final, salió el Acuerdo del Restaurante, Cuervo y Rionegro se desmarcaron de Vioque, cambió la historia de Vilagarcía y se apagó la estrella del narcoabogado, que a partir de ese momento cayó en picado y acabó en la cárcel.
Manolo se afeita el bigote
En junio de 1992, se descubrían la Pista Búlgara y la Operación Mimosín, que se unían con un mismo propósito: preparar una moción de censura para echar al alcalde Javier Gago. El concejal Francisco Javier Rionegro iba a dimitir para que entrara un sustituto al que Pablo Vioque, sorprendentemente, se había llevado a Bulgaria como traductor para explicarle lo que debía hacer. Pero el PSOE se lanzó a la Operación Mimosín, es decir, mimar a Rionegro y convencerlo a la luz crepuscular de O Terrón de que no debía dimitir. Así, con mimos, se paró la moción de censura. Fue la última partida política a la desesperada de Vioque y la perdió.
Tras el triunfo de la Operación Mimosín sobre la Pista Búlgara, la derecha vilagarciana vivió una dura travesía del desierto. Se habló de que el arquitecto Manuel Freijeiro podría ser el nuevo líder del PP. Es más, un gesto suyo fue interpretado como un intento de cambio de imagen para asaltar el poder desde la lozanía. Aquello se llamó «Operación Manolo se afeita el bigote», pero quedó en nada. Freijeiro se había afeitado porque sí, no por ambición política.
Cómo acabó lo de Crespo
El PP, en su lucha por retomar el poder, envió a Vilagarcía al hoy tristemente famoso Pablo Crespo, que montó Caixa Connection en 1998: de una cena en Loliña salió un grupo de bancarios, constructores, notarios y notables que acabaron como el rosario de la aurora en lo que se llamó Caixa Desconnection, cuando desde el Puerto se impulsó el centro de ocio (cines, pubs, McDonald’s) chocando con promotores inmobiliarios que habían estado en aquella cena fundacional.
Acabando el siglo, conocimos la Operación Cocido, que fue la más entrañable de todas: Enrique Jiménez, Manolo Koso, Manuel Camiño y Antonio Rey, todos ellos expresidentes del Liceo Marítimo, se reunían alrededor de un cocido en Casa Hipólito de Catoira con el fin de vigilar la fusión en marcha entre el Liceo y el Casino. Eran los tiempos de la vieja política, más novelera, más inquietante, más personal y más gastronómica. Era la Década de los Líos.
Cuatro expresidentes del Liceo formaron en el Hipólito el Grupo del Cocido
La Operación Mimosín mantuvo a Rionegro con Gago y cambió la historia