«Muchas veces corría por la calle y tengo escuchado piropos nada agradables»

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Fue la primera mujer que practicó atletismo en Vilagarcía; el viernes recordará aquellos tiempos en el Salón García

11 mar 2020 . Actualizado a las 08:26 h.

En 1967, Kathrine Switzer se empeñó en correr la maratón de Boston, la más prestigiosa de Estados Unidos. Durante aquella carrera sufrió impropierios e insultos, pero aguantó. Hace unos años, la magia de las redes sociales y de Internet rescató su gesta del olvido y nos recordó que las mujeres han tenido que pelear duro hasta para poder salir a correr. De eso puede hablar, y hablará, Pilar Sanmartín. Lo hará el viernes, en la mesa de experiencias organizada por el Concello de Vilagarcía con motivo de la celebración del 8 de Marzo. Pilar fue la primera mujer de Vilagarcía que practicó atletismo en la capital arousana. Y, aunque «lo volvería a hacer todo igual», reconoce que hubo momentos duros.

-¿Cómo se le dio por ponerse a correr?

-A mí siempre me gustó correr. Mi madre me mandaba a la tienda y yo aprovechaba para ir y venir corriendo, siempre estaba así... Pero empecé por mi hermano. Él estaba en el equipo de atletismo del Liceo, practicaba desde hacía algún tiempo, y algo debió de ver en mí, debió detectar que tenía alguna cualidad, porque un día me dijo que por qué no iba a entrenar con él. Que fuese a la playa, porque entonces no había pistas de entrenamiento, que iba a ir el responsable del Liceo, que era por aquel entonces Adolfo Pedrido. Así que fui, y me hizo unas pruebas. Al acabar me dijo que podía tener alguna posibilidad. Y así me convertí en la primera mujer que en Vilagarcía practicó atletismo. Más o menos por aquella época nacía un equipo de baloncesto.

-¿Y cómo fue recibida?

-He de decir que, entre mis compañeros de equipo, muy bien. Siempre hubo muy buena relación. Yo practicaba campo a través, así que tenía que entrenar mucho corriendo por la calle, por el monte, por todos lados... Y mientras corría tengo escuchado piropos nada agradables. Lo que más me dolía entonces, y lo que más me sorprendía, es que muchas veces quienes se metían conmigo eran mujeres. Bastaba con que hubiese un grupito de tres o cuatro para que se dirigiesen a mí y empezasen a decirme que si fuese a hacer aquello o lo otro mejor sería... Pero yo decidí no dar importancia a esas situaciones. Entendí que en aquella época no era muy habitual ver a una mujer corriendo, y por eso llegué a la conclusión de que si querían meterse conmigo, que lo hiciesen. Pero que yo no iba a dejar de correr, porque me gustaba.

-¿Y su familia?

-Eso es algo que quiero dejar claro, porque me parece importante. Yo siempre tuve el apoyo de mi familia. Mi hermano me empujó a empezar a correr, y todo el mundo me respaldó. Pero quiero destacar a mi madre. Ella me animó siempre, siempre. Me decía: si te gusta, lo haces. Y cuando me daba pereza ir a entrenar, porque hacía demasiado calor, o porque hacía demasiado frío, siempre me pinchaba, siempre me insistía para que fuese. ‘Si no, no ganas carreras’, me decía. Y me parece muy importante, porque después de que yo empezase, vinieron otras niñas, pero echaban una temporada o dos y luego lo dejaban. Muchas porque en casa, sus familias no las apoyaban.

-Afortunadamente, usted abrió un camino que no ha vuelto a cerrarse, porque ahora hay muchas niñas practicando atletismo...

-Caray, lo de ahora no se puede comparar con lo de antes. ¡Ahora tiene que ser mucho más animado! Yo era yo sola, aunque ya te digo que había un muy buen equipo y que nos llevábamos muy bien... Eso mientras estuve en el Liceo. Luego me cambié para el Celta. Y entonces, durante esa época, entrenaba por correspondencia. El entrenador, que era Santiago Ortega Sánchez, me mandaba lo que tenía que hacer por correo... La verdad es que lo mío fue bastante duro, pero lo volvería a hacer todo tal y como fue.

-Vaya, ahora con las nuevas tecnologías habría sido mucho más fácil... ¿Las cosas han cambiado mucho?

-En algunas cosas, han cambiado muchísimo. Fíjate, que ahora yo podría estar en la pista y el entrenador, por teléfono, corrigiéndome y diciéndome lo que tengo que hacer... Pero otras cosas no han cambiado lo suficiente. Me llama mucho la atención lo que pasa en el mundo del fútbol, con las jugadoras, con las árbitras. Me parece increíble que a estas alturas sigan teniendo que pasar por lo que pasan tantas veces... Insultos, agresiones... ¿Por qué a alguna gente le cuesta tanto trabajo entender que puedan jugar al fútbol? ¿Qué pasa con el fútbol que no pasa, por ejemplo, con el baloncesto?

-Están viviendo algo similar a lo que vivió usted, ¿no?

-Claro, pero pasaron muchos años y esto tendría que haber evolucionado mucho más. Sin embargo hay cosas en las que no hemos avanzado lo suficiente. Afortunadamente, yo creo que a estas alturas todas las mujeres saben que pueden hacer lo que quieran tanto ellas, como las demás.

-¿Sigue corriendo?

-No, yo me centré en el atletismo en los años sesenta y setenta. Luego, en el 76, me casé y ya tuve a mis dos hijos muy pronto. Y entonces las cosas no eran como son ahora. No había guarderías, y los abuelos podían o no echarte una mano... En eso sí que cambiaron las cosas. Así que dejé el deporte. Lo he pensado muchas veces... Si pudiese rebobinar y dar marcha atrás, igual habría retrasado lo de tener a mis hijos unos años más, me esperaría unos añitos... Y eso que tengo unos hijos que son una maravilla, ¡que conste!

-Aún así, su carrera dio para mucho.

-Bueno, yo no estuve en la élite... Pero participé en varias competiciones representando a España, y para mí fue muy importante. También fui campeona gallega, en el 72... Por aquel entonces, ganar, conseguir títulos, solo te valía para tener un trofeo. Y para viajar, eso es verdad, yo pude viajar a Italia, a Bélgica, a Portugal y a varios sitios de España. Pero no podías vivir de esto. Así que te pasabas medio día entrenando porque te gustaba, por otro tipo de satisfacciones... Yo me pasaba mañanas y tardes corriendo por el monte, yo sola... Ahora lo pienso y no sé cómo le eché tanto valor. Hoy en día no creo que me atreviese a hacerlo.