El legendario boxeador de Vilaxoán falleció el 1 de junio del 2000; la pandemia le debe un homenaje a su altura

serxio gonzález

Solo un tumor cerebral pudo conseguir lo que ningún contrincante había logrado: hacer que la inmensa humanidad de Felipe Rodríguez Piñeiro -conocido en su mejor momento como la Pantera de Arousa, el mismo mote que había llevado su abuelo, y para siempre ya Pantera, a secas- besase la lona. La enfermedad se lo llevó a las cuatro de la mañana del 1 de junio del 2000 tras una secuencia de meses muy duros, injustos como el destino sabe serlo cuando se empeña en torcerse. Apenas tenía 46 años, diecisiete de los cuales se los había pasado el de Vilaxoán subido a un ring como profesional, con todas las de la ley, escribiendo a golpes la leyenda del mejor boxeador gallego de todos los tiempos y uno de los más grandes que hayan pisado los cuadriláteros.

Dicen que si su forma de pelear no alcanzó lo sublime fue porque quienes debían haber conducido su carrera se dedicaron a lo fácil, en lugar de cuidarlo como se merecía. Pese a todo, asaltó dos veces el campeonato de Europa de los pesos pesados. Primero contra el italiano Lorenzo Zanón, que le ganó por puntos en octubre de 1979. Aquella noche a Pantera le falló la fortuna. Dos años después lo intentó de nuevo. Fue en París, con Lucien Rodríguez enfrente e idéntico resultado. Una lástima, pero a Felipe, que creció bregándose en una familia humilde y mariñeira hasta que el pugilato llamó a su puerta, no hay quien le arrebate el récord de haber defendido el título de España en nueve ocasiones. Ni haber tuteado a Alfredo Evangelista, el hombre que le aguantó quince asaltos al mismísimo Muhammad Ali. Se retiró en 1987, un tanto asqueado, después de derrotar al francés Jean Chenet, quien después se coronaría en Europa, sin que nadie le hubiese ganado el cinturón nacional. Después llegaron los trabajos como vigilante y una segunda época bajo los focos, ya junto a Xosé Ramón Gayoso, en Luar.

«Teño todo moi fresco, parece que foi onte aínda que pasasen xa vinte anos», reconoce María José Lorenzo, su mujer, que lamenta que la pandemia haya impedido la celebración de la velada que ella y sus dos hijas, Ana y Loli, hubiesen querido para la memoria de un hombre «que sempre tiña Vilaxoán na boca». Su nieta Ana ha cumplido los 16. Sale al abuelo. Practica con los guantes y, por lo visto, lo hace bien. Difícil imaginar un homenaje mejor.

XOSÉ RAMÓN GAYOSO i DIRECTOR E PRESENTADOR DE LUAR

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«Foi Pantera o que acuñou a famosa frase ‘‘Correto, Ghayoso'' cando estabamos no Luar»

«Aínda que a xente nos asocia a través de Luar, eu en realidade coñecín a Felipe moito antes». Xosé Ramón Gayoso lembra o seu compañeiro de tantos venres en Dona Dana, cando o programa gabeaba ata o máis alto da parrilla da TVG. «Eu adestraba o lanzamento de martelo en Riazor, nas pistas de atletismo, e el facíao como boxeador. Levantabamos pesas, corriamos xuntos pola Zapateira, pola praia... Debían de ser finais dos 70 ou comezos dos 80. Despois, a vida foinos levando a cada un polo noso lado». Ata que en 1992 o seu equipo sopesa a discoteca de Touro como posible plató para o Luar e Gayoso descobre que alí, como vixiante, traballa o home de Vilaxoán. «Xurdiu a idea e fixemos un trío televisivo ben divertido xunto a Patricia Pérez. Fíxate que foi el quen acuñou a famosa frase ‘‘Correto, Ghayoso''; só alguén das Rías Baixas podía dicilo así, sen c e con esa gheada marabillosa».

O presentador queda coa persoa por riba do púxil. «Era adorable, como para envolvelo e levalo para a casa senón fose que habería que gastar moito papel, porque era moi grande», chispea. «Tiña un corazón enorme, dese tipo de xente que o antepón todo por humanidade, porque entende que a vida debe ser así, cuns valores marcados dende pequeno, traballador, honrado, directo, sen reviravoltas. Para el, unha man estreitada equivalía a un contrato». Gayoso estará, seguro, cando a pandemia pague esa homenaxe pendente, vinte anos despois. Correto, Pantera.