Algunos vecinos llaman a la movilización contra los planes del gobierno local
15 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El Concello de Vilagarcía lleva tiempo queriendo darle un cambio al barrio de O Piñeiriño, uno de los más populosos de la capital arousana. Sus aceras estrechas y sus calles llenas de coches hacen que esa zona de la ciudad parezca anclada en décadas pasadas, y desde Ravella están convencidos de que para traerla al presente hay que apostar fuerte y peatonalizar varios tramos de la calle principal, Camilo José Cela. Pero hay que calcular los riesgos, y por eso, antes de hacer obras que no tengan vuelta atrás, el gobierno local ha decidido probar para ver cómo funcionaría esa peatonalización. Ayer por la mañana, dos tramos de la vía que articula el barrio amanecieron siendo espacios, en teoría, libres de coches: unas vallas de obra marcaban las líneas que los conductores no debían cruzar.
«Las vallas las pusieron a las ocho de la mañana; a las nueve ya alguien las había quitado», comentan desde una de las cafeterías del barrio. Aunque ese negocio es de los que podría haber ampliado su terraza con los cambios que ayer entraron en vigor, optó por no hacerlo. «Cualquiera se fía. ¡Si siguen pasando coches!». Otro establecimiento sí pudo colocar ayer unas mesas en el exterior. «Para nosotros esto es una ventaja, pero hay gente que no lo ve así», reconocían desde detrás de la barra.
No hay que ir muy lejos. En el tramo de Camilo José Cela que entronca con la Avenida de Cambados no se ha parado el tráfico. Allí hay dos bares que siguen abriéndose a unas aceras estrechas, sin posibilidad de instalar terraza alguna. Sus propietarios no están conformes con la propuesta hecha por Ravella para el rediseño del barrio: creen que hay que buscar una solución que beneficie a todo el mundo y que no colapse el tráfico. «Que dejen esta calle con un solo carril y que amplíen las aceras», proponía ayer el titular de uno de esos establecimientos, que reconoce estar preparándose para recoger firmas contra esta peatonalización.
No es el único que está a disgusto. La peatonalización de varios tramos de Camilo José Cela obliga a desviar el tráfico por las calles perpendiculares a esta. Una de esas vías es la calle Pardo Bazán, en la que han comenzado a aparecer carteles en los que se interpela a los vecinos para que se movilicen «para que el Concello rectifique y dé marcha atrás, consensuando con los vecinos otras opciones para el cambio hacia un barrio más humanizado y habitable». Alega el autor del cartel que la calle va a asumir «el 90% del tráfico que entra en el barrio», convirtiéndose «en la más ruidosa y contaminada».
En O Piñeiriño hay, también, muchos vecinos que esperan con curiosidad acontecimientos. La peatonalización apenas acaba de dar su primer paso, los conductores aún no se han habituado a los nuevos cambios viarios y el de ayer fue un día de confusión, dudas y algunos enfados al volante. «El primer día no vale mucho de prueba, porque la gente se despista, hay coches que siguen pasando...». Pero los peatones parecen dispuestos a reclamar su espacio: frente a una panadería, los clientes hacían una larga fila para comprar, y en vez de formar en la acera invadían, con tranquilidad, el asfalto.