Los peregrinos a caballo ya cruzan, también, la Variante Espiritual
18 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Nos habíamos olvidado de los olores. Cuando describíamos los encantos de nuestra comarca hablábamos del azul del mar, del verde de las viñas, de la frescura de la brisa en el rostro. Hablábamos, en los ejercicios más minuciosos, de los pinos rumorosos y del sonido de las olas. Pero nos habíamos olvidado de los olores. Hasta que Juan, un jovencísimo madrileño, nos los pode de repente delante de las narices. «Lo que más me está sorprendiendo es la gran cantidad de olores que puedes encontrarte. Olor a mar, a eucalipto, a pino, a laurel...». «Esto mata el covid, esto es vida», remacha el padre del chaval. También se llama Juan. Nos encontramos con ellos al pie del Faro das Lúas, en Vilanova. Admiran, desde lo alto, la belleza de la ría mientras Lorena, su guía, les habla de las bateas, de las islas, del marisco, del albariño... Los tres forman parte de una de las expediciones de Camino de Santiago a caballo, una firma de Ponte Caldelas que ofrece la posibilidad de hacer cualquier ruta jacobea a lomos de animales serenos como Ringo, Nube o Rayo.
Los Juanes, sonrientes y felices, eligieron la Variante Espiritual. «Por lo de espiritual, poco», dice el padre. Él pretendía que su hijo «conociese Galicia, porque ya ha estado en ciudades como Nueva York y Tokio, y sin embargo no conocía esta tierra, y pensé que hacer el Camino era una buena opción». La posibilidad de hacer la ruta a caballo, le gustó desde que oyó hablar de ella. «Y lo de elegir esta ruta está claro. Estamos en verano, parece que estar cerca del mar sienta bien, se agradece mucho... Así que aquí estamos», sentencia. No se arrepiente ni Juan el mayor, ni tampoco el más joven. «Galopar por la playa es algo increíble. El viento, el olor a salitre, la arena... Es algo espectacular», comentan los dos.
Ambos montan a caballo, así que permanecer entre seis y siete horas diarias a lomos de los animales que les han asignado no les supone un problema. «Pero tenemos gente que viene sin tener un entrenamiento previo, que prácticamente no sabe montar... Los animales que tenemos son espectaculares, muy buenos», dice Lorena, la guía. Y la interrumpen sus compañeros de viaje para dar fe de que no miente. «Te lo hacen todo muy fácil; son los mejores compañeros de viaje».
Hacer el Camino a lomos de un caballo exige introducir algunas modificaciones sobre los trazados habituales. De ello se ha encargado la empresa de Ponte Caldelas, que ha buscado rutas alternativas para aquellos puntos que consideran «poco adecuado» cruzar subidos a los animales. «Por ejemplo, como no subimos en barco hasta Pontecesures, tenemos que seguir la ruta por tierra, y pasa por el centro de Vilagarcía. No nos parece de recibo, ni para los animales ni para los demás, meternos por el centro de la ciudad, por eso buscamos una ruta alternativa y aquí estamos». En el monte Lobeira, con la belleza de Arousa brillando bajo el fiero sol de la tarde.
Este año, las cosas no están siendo demasiado fáciles tampoco para la empresa en la que trabaja Lorena. Si el coronavirus no hubiese hecho acto de presencia, este habría sido un verano espectacular. «Teníamos reservas de gente de México, Japón, Santo Domingo...». Pero llegó el covid-19 y mandó parar.
Turismo nacional y seguro
«Menos mal que nos queda el turismo nacional», que está contribuyendo a mantener a flote un negocio del que se alimentan muchas bocas, incluidas las de los 35 animales que hay en las cuadras. «A nosotros nos ayuda el hecho de ser una actividad que se desarrolla en la naturaleza, al aire libre», explica Lorena. Todo ello sumado a «que somos muy estrictos con el tema sanitario», porque hay mucho en juego.