Vilaxoán despide a Santiago Ferreira, hombre fuerte del primer gobierno socialista en Vilagarcía tras la dictadura

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Santiago Ferreira, tercero por la izquierda en la fila de atrás, con una corbata roja, en una fotografía del grupo socialista de Vilagarcía en 1977
Santiago Ferreira, tercero por la izquierda en la fila de atrás, con una corbata roja, en una fotografía del grupo socialista de Vilagarcía en 1977 CEDIDA

Candidato al Congreso en 1977, el exconcejal de Urbanismo dispensaba genio y retranca a partes iguales

16 feb 2022 . Actualizado a las 11:51 h.

Solo un suspiro separó a Santiago Luis Ferreira Faro de la refundación del PSOE en Vilagarcía de Arousa mientras alrededor se desmoronaba el negro telón de la dictadura franquista. La agrupación se constituyó el 4 de marzo de 1977, y quien sería uno de sus máximos referentes en los siguientes años (ocupó el número 5 de la candidatura al Congreso por Pontevedra en las primeras elecciones generales, aquel mismo año) intervenía ya en una asamblea cinco días después. Dos años más tarde, los socialistas alcanzaban la alcaldía de la capital arousana con José Recuna como cabeza de lista, gracias a un pacto de gobierno con el PCE. Ferreira inauguró la recuperación democrática investido como primer teniente de alcalde. El hombre fuerte de un grupo de siete concejales, al decir de quienes vivieron aquel tiempo. Con su fallecimiento a los 81 años, ya solo su número uno, precisamente el regidor Recuna, José Figueiras y Tuco Renda, que entró en la corporación en 1981 para sustituir a Nicolás Renda, pueden contarlo hoy en primera persona.

Ferreira Faro era de Vilaxoán. Esto hay que dejarlo bien claro. Desde el Fogar do Pescador, que presidió, desde Pontevedra o desde Canarias, Vilaxoán era Vilaxoán. El único municipio de Galicia en el que el PSOE mantuvo dos sedes al mismo tiempo fue Vilagarcía, cuentan que para pasmo del propio Fernando González Laxe, en aquel momento presidente de la Xunta. La de Vilaxoán funcionaba en una casa enclavada en la plaza Rafael Pazos, que el mismo Ferreira ofreció para albergar las reuniones de los militantes en un tiempo de enfrentamientos enconados.

Cada vez queda menos gente que pueda explicar al detalle qué sucedió en 1983, cuando las siglas del puño y la rosa prescindieron, no ya del alcalde en ejercicio, sino también de su equipo al completo, para presentar una candidatura renovada que acabó mordiendo el polvo frente al conservador Rivera Mallo. La operación se le atribuye a Seso Giráldez, y aquello generó un cisma ferocísimo, que solo el desembarco en el cartel electoral de Javier Gago y la presencia en su grupo de Carlos Berride, sobrino de Ferreira, consiguió restañar a partir de 1991. A punto estuvo el ala ferreirista o galeguista de tumbar al sector oficialista de Giráldez en una votación sobre la OTAN. Así se las gastaban y así estaban las cosas.

Arquitecto técnico de formación, Santiago Ferreira ejerció profesionalmente como funcionario de la unidad técnica de Educación durante largo tiempo. En aquel primer mandato, desempeñó la concejalía de Urbanismo con genio, retranca y pulso firme hasta el empecinamiento cuando lo consideró necesario. Si Recuna representaba la cara amable del grupo socialista, Ferreira era el hombre que con una mirada hacía cumplir lo que debía hacerse. «Xente —indica un amigo— da que xa hai pouca».

Esta noche (miércoles 16), a las 21 horas, se oficiará un funeral en la iglesia parroquial de San Martín de Sobrán.