Carmen quiere trabajar en una ITV y Yanire, en un taller de chapa y pintura

Bea Costa
bea Costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Madre e hija estudian automoción y son de las pocas mujeres que lo hacen

08 mar 2022 . Actualizado a las 12:29 h.

Si ya es difícil encontrar mujeres en los ciclos formativos de automoción, lo que es insólito es que lo hagan a la par, madre e hija. Carmen González y Yanire Ubeira rompen moldes y por eso este lunes se convirtieron en las protagonistas de unas jornadas celebradas en el instituto Fermín Bouza Brey de Vilagarcía con el fin de fomentar la participación femenina en las enseñanzas de automoción.

En este sector hace falta personal, y si la mitad de la población se autoexcluye, se está perdiendo, además, de mano de obra, un gran talento. Esta es una de las reflexiones que se extraen de la mesa redonda en la que participaron mujeres vinculadas a la automoción desde el punto de vista docente y empresarial. Hacen falta y es bueno que haya féminas en los talleres, y Carmen y Yanire están en ese camino.

En casa siempre estuvieron familiarizadas con los ralis, las carreras y el mundo del motor. En ello tuvo mucho que ver la afición de su hermano y la estrecha relación que tiene Carmen con su taller de toda la vida. Los derroteros de la vida la llevaron a trabajar cuidando personas mayores, en una cafetería y, ahora, en una empresa de cátering y eventos, pero lo que a ella siempre le gustó es estar rodeada de coches y de motos.

Hace dos años se lanzó a por todas, y junto a su hija mayor —a la que no le convencía el ciclo básico de peluquería— buscaron dónde estudiar automoción. Siendo de Marín, el que le quedaba más a mano era el instituto A Xunqueira de Pontevedra, pero como allí no encontraron plaza, y en el Bouza Brey tampoco, se matricularon en el ciclo medio de Electromecánica de Vehículos del IES de Vilalonga. Esto les obliga a hacer muchos kilómetros de lunes a viernes, pero están tan contentas con sus compañeros y sus profesores que ya no cambian su clase por nada de mundo.

Son las únicas chicas entre 21 alumnos y a Carmen, a sus 41 años y siendo la más veterana, le toca ejercer de mamá de todos ellos. Ella está encantada, bien sea a la hora de afrontar los preparativos de la excursión a Italia que inician hoy, bien sea a la hora de enfrentarse a la diagnosis de un vehículo. Es lo que más le gusta, eso y andar metida entre motores, aunque tampoco hace ascos a trabajar con la chapa, los componentes o montar una radio. Le gustaría trabajar en un taller, aunque su objetivo inmediato pasa por emplearse en una unidad de inspección técnica de vehículos (ITV). Eso le daría estabilidad económica y haría más llevadera esa fibromialgia que padece pese a su juventud. Con todo, Carmen está acostumbrada a los trabajos exigentes desde el punto de vista físico, bien sea cargando bandejas de comida, conduciendo el furgón del cátering o estando de pie durante horas en bodas y otros eventos.

Su hija Yanire también lo tiene claro; le gustaría trabajar en un taller de chapa y pintura, cuenta, aunque a sus 18 años, tiene margen para plantearse seguir estudiando y completar su formación, por ejemplo, en uno de esos cursos de Ferrari en Barcelona. O quizá en el mundo de la aeronáutica y las navieras, en los que un ciclo superior puede abrir muchas puertas.

Martina Miser

De momento, toca aprender, y en ese aprendizaje ha jugado un papel importante la FurgoLonga. Así han bautizado al proyecto que desarrollan conjuntamente los institutos de Vilalonga y Coroso que les ha permitido trabajar materias como la electricidad, el sonido y el diagnóstico a través de montaje de diversos equipos en el interior del vehículo.

La FurgoLonga viajó ayer al instituto Bouza Brey junto a Carmen, Yanire y parte de la clase de segundo de Electromecánica de Vehículos en la que, menos ellas, todos son chicos. Es una muestra de la realidad de un sector que pide paso a los cambios. No solo a la hora de abrir las puertas a la participación femenina. La automoción está en el club del 4.0, lo cual obliga a un reciclaje continuo en materia de nuevas tecnologías. «Los coches evolucionaron muchísimo, cada coche es un mundo», apunta Carmen González. Y, a la vista está, a ella los retos no le asustan.