Carmen Polo de Franco y las antigüedades

J. R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Ayer se cumplieron ochenta años de la inauguración del anticuario El Hogar en Vilagarcía

20 mar 2022 . Actualizado a las 20:21 h.

Ayer, día de San José, hizo exactamente ochenta años que el vilagarciano Joaquín Porto Casas (1908-1996) abrió Establecimientos El Hogar, una de las mejores tiendas de antigüedades de Galicia y, en su momento, una de las tres que había en la región. El padre de Joaquín Porto había sido secretario de míster Trulock, abuelo materno de Camilo José Cela, y atesoraba antigüedades. De ahí le vino la afición a don Joaquín.

El Hogar fue inaugurado el 19 de marzo de 1942. Era y es una tienda especializada en porcelana inglesa del siglo XIX: jarras de Bristol, teteras de Bristol y Copeland, perros y figuras de Stafford, fuentes y juegos de lavabo ingleses y pottery de Westburn, Wedgwood, Milton y Worcester. Piezas en su mayoría compradas por los dos agentes ingleses que trabajaban exclusivamente para el anticuario vilagarciano acudiendo a subastas en el Reino Unido.

Además de teteras, fuentes y platos británicos, en El Hogar se exponían antiguas bandejas de tartas, hechas en cerámica exclusiva, de la confitería de los Beiras. Se podían admirar otras bandejas de reputados pasteleros vilagarcianos como los Pumariño y los Moquecho, que tenían más de un siglo de antigüedad y en las que podía leerse: «Proveedores de la Real Casa».

La fotografía de Ferrazo

En una foto de Ferrazo del año 1971, Carmen Polo, esposa del Caudillo y jefe del Estado Francisco Franco, desciende de su coche en lo que hoy es la calle Castelao de Vilagarcía de Arousa y saluda a Joaquín Porto, fundador y dueño de El Hogar, antes de entrar en su tienda. La mujer del dictador no faltaba nunca a su cita veraniega vilagarciana: reservaba una tarde para trasladarse desde el pazo de Meirás hasta El Hogar con el fin de curiosear y comprar alguna antigüedad.

Uno se pregunta cómo podía sobrevivir una tienda tan exclusiva y selecta en una ciudad menor que no llegaba ni llega a los cuarenta mil habitantes. Cuando le planteé esta curiosidad a don Joaquín, me explicó que El Hogar resistía porque: «Las casas de Vilagarcía están muy bien puestas, casi nadie lo sabe porque no hay ostentación, pero en muchas casas hay muy buenas porcelanas y tenemos clientes de toda Galicia que, cuando quieren hacer un buen regalo, vienen a El Hogar». Otra razón puede ser que, precisamente al año siguiente al de la visita de la foto, El Hogar se hacía con la concesión de la distribución del gas butano en Vilagarcía, una actividad muy beneficiosa si tenemos en cuenta que repartía las bombonas desde Padrón hasta Lalín, llegando a contar con 24.600 contratos.

¿Una leyenda urbana?

Cuando se habla de El Hogar o se pasa por delante de su escaparate en compañía de un amigo o familiar forasteros, se evoca la leyenda urbana o la historia real de que Carmen Polo de Franco, cuando venía a Vilagarcía a comprar antigüedades, se marchaba sin pagar. Pero don Joaquín siempre me desmintió ese particular de manera categórica: «Esa señora nunca me dejó a deber ni una perra chica, siempre pagaba, igual que sus acompañantes».

Pero esos pagos debían de ser un caso único por la historia que les voy a contar y que descubrí hace unos años en Cáceres. Resulta que, a principios de los años 50 del siglo pasado, el marqués de Huétor y Santillán, jefe de la Casa Civil de Franco, enfermó. Dispuesto a seguir ostentando su cargo, dispuso que trasladaran su despacho, con los funcionarios incluidos, desde el palacio de El Pardo hasta su domicilio particular en la madrileña calle de Alcalá.

Desde allí, despachaba la correspondencia del Generalísimo y archivaba cuanta carta entraba y salía. Pero el marqués falleció y Sánchez, su secretario, en lugar de enviar toda esa documentación a los archivos patrimoniales del Palacio de Oriente, los mandó a un guardamuebles de Madrid, donde fueron custodiados en ocho arcones durante casi cincuenta años. Sánchez pagaba religiosamente al guardamuebles, pero cuando murió, en 1999, sus herederos dejaron de pagar y la empresa mueblera, transcurridos los tres meses legales, sacó los arcones a subasta.

Tres mil cartas de Carrero

Un librero madrileño compró los arcones y se los revendió a otros anticuarios, esta vez de Cáceres, llamados Teresa Montero y Jesús Regidor, que a su vez se los vendieron a Caja Duero. Pero antes, revisaron aquel tesoro de cartas, legajos y cuartillas y hallaron tres mil cartas de Carrero Blanco, misivas de Juan de Borbón, textos laudatorios y versos encomiásticos enviados al Generalísimo por Azorín y Dámaso Alonso, etcétera.

Había cartas curiosas como las que solicitaban al Caudillo una concesión de Coca-Cola o una vespa. En una misiva, un caballero mallorquín, que enviaba a las nietas de Franco ensaimadas y zapatitos, aprovechaba para pedir un favor. Me llamó la atención una carta en la que un pueblo manchego nombraba hijo adoptivo a un nieto de Franco y adjuntaba todos los talonarios de la rifa de un chalé para que «así le toque seguro».

Un orgullo para la ciudad

Y, finalmente, me interesaron vivamente las cartas de varios anticuarios en las que reclamaban al Pardo la satisfacción de las deudas dejadas por Carmen Polo en las visitas a sus tiendas. No había ninguna de Joaquín Porto, así que creemos su desmentido y destacamos lo trascendente: en estos días se cumple el 80 aniversario de El Hogar, una tienda llena de anécdotas y antigüedades preciosas que es un orgullo para Vilagarcía.