De la Barraca de Lorca al Festaclown

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

AROUSA

MONICA IRAGO

Vilagarcía es una ciudad muy teatral que acogió a Lorca, Ítaca o la irreverente y prohibida «Por Dios Eros»

14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1943, se inauguró el Teatro Cervantes y Vilagarcía de Arousa entró en el circuito teatral veraniego del norte de España. Las compañías estrenaban en Madrid y, al llegar julio, hacían bolos por las ciudades en ferias. Empezaban en los Sanfermines pamplonicas y después seguían por las fiestas de Santander, las de Begoña en Gijón, la Semana Grande bilbaína, el agosto de A Coruña y Vigo, la Peregrina pontevedresa, las fiestas de Burgos los San Mateo de Oviedo y, antes de bajarse en septiembre a las ferias de entretiempo de Salamanca, Valladolid, Albacete y Cáceres, buscaban un hueco en el programa y hacían una o dos representaciones en el Teatro Cervantes de Vilagarcía.

El Cervantes era un gran teatro. Tenía unas condiciones técnicas aceptables con su escenario de 5 metros de altura, 8 metros de embocadura y 6 metros de fondo. Aunque lo más interesante para las compañías, que venían a taquilla, era la capacidad de la sala: 916 butacas, es decir, solo 33 menos que el Rosalía de Castro de A Coruña, 60 menos que el Teatro Jofre de Ferrol, 417 más que el Principal de Santiago y 209 más que el Malvar de Pontevedra.

Por Vilagarcía pasaron en aquellos años todos los grandes, incluidos actores tan populares como Arturo Fernández. Pero ¡ay!, el Cervantes se quemó y la ciudad se quedó sin un gran auditorio hasta la inauguración del actual en la explanada del puerto.

Aunque el incendio del Cervantes no significó el final de la vocación teatral en Vilagarcía. Cuando aún resistía el esqueleto ruinoso del teatro, nacía en Vilagarcía el grupo Ítaca de la mano de Eduardo Puceiro Llovo, un nombre fundamental en la historia del teatro local que merecería un reconocimiento pues marcó el momento culminante del teatro contemporáneo en Vilagarcía. Ítaca se convirtió en un grupo de teatro profesional y por él pasaron actores que luego brillarían en toda España como Carlos Blanco, Manuel Millán o Tacho González.

En la primera mitad de los 80 del siglo pasado, Vilagarcía vivió un período de bastante actividad teatral gracias a las representaciones que se celebraban en el auditorio de Caixa Vigo. La entidad bancaria apoyaba económicamente una temporada teatral entre el otoño y la primavera que trajo montajes de grupos inolvidables y pioneros como Artello, Mari-Gaila o la compañía Luis Seoane. Cada 15 días, se celebraba un espectáculo teatral en el auditorio de la Caja de Ahorros de Vigo, cuyo encargado era el señor Arines, un hombre paciente y muy profesional.

Al llegar el verano, el ayuntamiento, regido por Xosé Recuna con el concejal Cora Mouriño como responsable de la cultura municipal, patrocinaba espectáculos como una inolvidable actuación de La Barraca en la Praza do Castro. Se cumplía el 50 aniversario de la representación en la ciudad de aquella compañía impulsada por Federico García Lorca, que también había estado presente en Vilagarcía.

Había en aquellos años un festival de teatro de la Diputación que traía en verano grupos nacionales e internacionales a Vilagarcía, Vigo y Pontevedra. Memorable fue la actuación de un grupo norteamericano en el salón de actos del Liceo Marítimo. Así que, entre la temporada de Caixa Vigo, que nos permitió disfrutar de actores como Dorotea Bárcena o Morris (gran lleno el día del estreno de Celtas Cortos), los espectáculos que traía Cora Mouriño, cuya concejalía subvencionaba a diversos grupos locales, y el festival de la Diputación, Vilagarcía vivía un año teatral sumamente interesante.

Pero las cosas empezaron a torcerse a finales de los 80. Hubo dos incidentes que simbolizaron el declive. Uno fue la prohibición por la concejalía de Cultura de la representación de la obra Por Dios Eros a cargo del grupo Máscara 17 en unas fiestas de San Roque. Se produjo un gran escándalo y se programó semanas después un estreno alternativo de la obra en el auditorio de Caixa Vigo que provocó una emoción teatral inusitada: colas, empujones para entrar y ovaciones estruendosas. La obra se había prohibido por irreverente, pero es que llovía sobre mojado porque días antes, el grupo Mari Gaila se había negado a actuar en la Praza do Castro por falta de vestuarios dignos y servicios mínimos y otro grupo teatral fue mal anunciado en los programas.

En fin, aquello fue un desastre que culminó cuando Caixa Vigo dedicó la mayor parte de su presupuesto cultural al nuevo auditorio García Barbón vigués, dejando sin actividad su auditorio vilagarciano, que acabó cerrando en 1994. El festival internacional de la Diputación también feneció y llegó una travesía del desierto con algunos oasis creados por los sucesivos concelleiros de Cultura: el certamen de grupos teatrales juveniles que impulsó Daniel Garrido rozando los 90; la «Mostra de Teatro Armando Cotarelo Valledor», auspiciada por Carlos Méndez en el otoño del 92, o la inclusión de Vilagarcía en la red de actuaciones teatrales de Galicia tras la remodelación de la Casa de Cultura en 1997, con Ramona Castaño como concelleira.

El final de esta historia es el auditorio con sus espectáculos y el festival Festaclown, que se estrenó ayer y se desarrollará entre el 17 y el 21 de este mes dentro de unas Festas de San Roque en las que el arte dramático es protagonista destacado siguiendo la tradición de una ciudad muy teatral y muy teatrera.