Natalia sigue buscando combustible para la furgoneta que cada año lleva ayuda a África

Bea Costa
Bea Costa VILAGARCÍA

AROUSA

CEDIDA

Su asociación construyó ya dos consultorios médicos, abrió un pozo y apadrina a 28 estudiantes en Guinea-Bisáu

09 ene 2023 . Actualizado a las 10:26 h.

Vuelta a empezar. La enfermera Natalia Rodríguez Arias regresó el mes pasado de África después de cinco semanas prestando ayuda humanitaria en Guinea-Bisáu y ya está pensando en cómo reunir el dinero para volver. Lleva en esta dinámica desde hace doce años, cuando visitó aquel país para completar su formación en enfermedades tropicales, y algo de ella se quedó allí.

Natalia es de esas personas comprometidas con los más desfavorecidos que convierte las palabras en hechos. Así nació Furgoneta Solidaria, un proyecto que, como su nombre indica, transporta ayuda a miles de kilómetros de Galicia y construyó dos dispensarios médicos en Gambasee, instaló placas solares para suministrar de energía estos consultorios, abrió un pozo de agua potable y apadrina a 28 niños y jóvenes para que puedan ir a la escuela y a la universidad.

Fletar un contenedor lleno de bicicletas y biberones no resulta operativo. «Lo que se necesita es dinero», apunta Natalia, y la cuenta atrás ha empezado porque en el verano quiere preparar una nueva expedición.

Esta enfermera natural de Lugo, que trabajó durante 20 años en un helicóptero del 061 y ahora lo hace en una ambulancia en tierra firme, empieza el calendario del 2023 apuntando los días de libranzas y vacaciones que le permitirán volver a África. «El trabajo es abrumador, entre 14 y 16 horas al día, pero me gusta. Hay que verlo para creerlo, allí la gente irradia una sensación de felicidad».

Natalia no está sola en su proyecto. En el viaje de la Furgoneta Solidaria del 2022 la acompañaron ocho residentes EIR de familia y comunitaria del área de Vigo que hicieron posible atender a 3.500 pacientes en cinco semanas. Hicieron más. Formaron a la población local y al personal de enfermería y médicos del hospital de Bafata en materia sanitaria y realizaron docencia y rotación práctica en el hospital Simão Mendes, en la consulta de tratamiento de heridas difíciles trabajando con el material específico de curas que transportaron desde España.

El Sergas se portó en este tema, explica Natalia Rodríguez, pero no a la hora de darle una línea de financiación fija que le permita abordar estos proyectos sin estar permanentemente con el agua al cuello. Furgoneta Solidaria espera poner fin a esta agonía con la consecución, antes de junio, de la declaración de asociación de utilidad pública. Pero toda ayuda es poca, de ahí que inicie el año lanzando una nueva llamada a la solidaridad.

Furgoneta Solidaria dispone actualmente de 45 socios que donan desde 20 euros mensuales hasta una entrega de 700 euros que hizo posible contratar a un médico local que se encarga de visitar periódicamente el poblado para pasar consulta.

De estas aportaciones salen también los 25 euros al mes que cuesta escolarizar y dar de desayunar a un niño o los 60 euros que se invierten en cada adolescente que afronta estudios superiores. A ello hay que sumar 350 euros que se emplean cada trimestre en el mantenimiento del pozo y las placas solares y los 5.000 ó 6.000 euros que se gastan en medicamentos. Y para Natalia es poco. Ahora quiere montar un huerto.

Hace tiempo que aprendió a adaptarse a dos realidades, la de la opulenta Europa y la de la África más pobre en la que los niños se mueren de hambre. ¿Cómo se hace?, preguntamos. «Al principio me costaba, pero luego aprendí que si pretendes vivir aquí como allí te mueres de pena».