Casi dos años sin ver por uno de sus ojos: «Me niegan el derecho a una segunda opinión médica»
AROUSA
Una mujer de Vilagarcía recurre al Valedor do Pobo para que se valoren tratamientos para la ceguera que le sobrevino sin que se sepa aún la razón
28 abr 2023 . Actualizado a las 17:28 h.María Jesús Mato —ya no quiere ampararse en el anonimato— es una mujer que se siente atrapada en la burocracia sanitaria. A esta vilagarciana le diagnosticaron, en el año 2021, una neuritis óptica: una inflamación del nervio óptico que se ha traducido en una pérdida total de la visión en su ojo izquierdo. A comienzos de este año acudió al servicio de Neurología del Hospital do Salnés donde le realizaron una resonancia con contraste y un estudio de venas. Según los resultados de dicha prueba, «el nervio sigue inflamado, pero aún no está atrofiado». El profesional que la atendió le comunicó que iba a estudiar si un tratamiento con corticoides podría ayudarla.
La paciente se fue a casa. Y en casa, un brote de esperanza comenzó a enraizar en su cerebro. Ella, que desde que empezó esta pesadilla no ha parado de buscar información y asesoramiento sobre el mal que padece, quiso saber entonces si su caso no podría ser tratado de alguna manera. «Si el nervio está inflamado, pero aún no está atrofiado de todo, queda la posibilidad de que se pueda recuperar algo», razona. A través del correo electrónico expuso su idea al servicio de neurología. «Me contestaron que no. Que no contemplaban la posibilidad de ningún tratamiento y que no me iban a dar siquiera el de corticoides».
La respuesta le cayó como un jarro de agua fría. Pero ella, que no es de las que se amilanan ante el primer no, decidió volver a intentarlo. Así que acudió al Hospital do Salnés y a través del Servicio de Atención al Paciente volvió a reclamar su derecho a que un segundo facultativo estudiase su caso. De nuevo, se encontró con un no por respuesta. «Me ofrecieron como alternativa derivarme al oftalmólogo. ¿Para qué? ¿Para que me diga que no veo de un ojo? Eso ya lo sé yo, convivo con esa realidad todos los días de mi vida», explica enfadada. «Siguen sin saber qué ha pasado, por qué he dejado de ver... Y me niegan el derecho a que otra persona me vea y estudie mi caso», se lamenta. Las cosas no quedarán aquí: ha trasladado su particular viacrucis al Valedor do Pobo para intentar hacerse oír. La Xunta, que reconoce «estar al tanto de este caso», ha declinado hacer comentario alguno al respecto del mismo.
La protagonista de esta historia reconoce que se aferra a la esperanza como manera de conjugar el miedo. «He hablado con mucha gente, me he informado, y parece que hay varios tratamientos que se han probado con éxito en casos como el mío. Yo ya sé que a lo mejor a mí no me funcionan, o que no sean adecuados... Pero no me han explicado nada, se lo único que me han dicho es que no», señala. Y ese no sin justificación argumentada le causa un profundo daño. «Aprendes a vivir con un solo ojo, claro que aprendes... Pero es que en mi caso, aunque no veo, noto la luz y una presión terrible en el globo ocular», señala. Esas sensaciones le provocan una enorme angustia, que solo se suaviza «cuando estoy totalmente a oscuras» y el recordatorio físico de esta enfermedad inesperada se apacigua.
María Jesús, que vincula la pérdida de la visión con la vacuna contra el covid que recibió días antes de empezar a tener problemas, recuerda que en su momento se le practicaron todo tipo de pruebas para intentar dar con la causa de su repentina ceguera. «Me hicieron punciones, tacs, análisis... Descartaron que la neuritis fuese por sífilis, gonorrea, tuberculosis, tumores de todo tipo, esclerosis...». «No saben qué ha pasado», dice, «y a la Administración sanitaria parece que no le importa».