Íñigo de la Quadra-Salcedo: «Ahora se lo ponemos todo tan fácil que la juventud ha perdido la ilusión del descubrimiento»

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA /LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Su vida está marcada por su padre, al que agradece los valores que le legó; él ha recogido el testigo y sigue adelante con la Ruta Quetzal

07 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Calzarse unas Panama Jack y lanzarse a descubrir el mundo y su historia. Vadear ríos, caminar kilómetros y más kilómetros, conocer otras culturas... Fueron muchas las generaciones que crecieron deseando formar parte de la expedición que cada año organizaba Miguel de la Quadra-Salcedo, un aventurero con algo de periodista, de profesor y de Indiana Jones. Se trata, claro, de la Ruta Quetzal, un proyecto «que a mi padre le sugirió don Juan Carlos, del que era amigo personal, durante una cena en Mónaco». Nos lo cuenta Íñigo de la Quadra, que sigue manteniendo vivo el viaje que comenzó su progenitor a finales de los setenta. Así, durante la primera quincena del mes de julio, doscientos adolescentes de todas las provincias españolas compartirán dos semanas descubriendo la costa gallega y del Norte de Portugal.

«Que Galicia sea protagonista de esta Ruta Quetzal no es nada raro. Tiene todo lo que necesitamos: cultura, tradición, arte...», explica. Y eso es fundamental para un viaje que pretende ser «iniciático, ya que quienes participan tienen 16 años, están empezando una etapa nueva de su vida; ilustrado, porque es una manera de descubrir cosas y pretende sembrar esa inquietud en los jóvenes, y científico, porque los expedicionarios siempre van acompañados de biólogos, historiadores y gente que les explica el valor de lo que van viendo». La ruta, insiste Íñigo, aspira a marcar un antes y un después en la vida de quienes la realizan. «Cuando descubres que puedes vivir sin agua corriente, empiezas a valorar el lujo que es girar un grifo y que salga...», explica. «Haciendo la ruta aprendes que podemos rebajar el techo de necesidad, que no hace falta tener tantas cosas para ser feliz, y que hay comodidades a las que no es que tengamos que renunciar, pero es bueno saber que no son necesarias ni imprescindibles».

Esas son, probablemente, lecciones que han ganado valor con el paso del tiempo y con el cambio del mundo. «Cuando yo era crío y había una palabra que no conocía, mi padre siempre me decía: ‘vete a mirarlo al Espasa’. Hoy, los chavales no saben lo que es el Espasa o cualquier otra enciclopedia. Ahora, se lo ponemos todo tan fácil, tienen todo tan al alcance de la mano, que se ha perdido el interés por descubrir las cosas y la ilusión que provoca el descubrimiento», razona. Por eso es tan importante mantener vivas fórmulas que, como la Ruta Quetzal, siguen espoleando la curiosidad y las ganas de mirar más allá. 

El proyecto estuvo a punto de naufragar. La muerte de Miguel de la Quadra y el abandono de algunos patrocinadores puso contra las cuerdas un programa en el que participaban cientos de expedicionarios de 64 países distintos. «Hubo un momento en el que tiré la toalla. Me tocó asumir que la ruta tal y como era iba a ser imposible y empecé a pensar cómo mantenerla viva de otra manera, a través de un campamento o algo así». Estaba rumiando la idea cuando tropezó, y feliz tropiezo, con el alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, quien lo animó a presentar a la Xunta un plan «para hacer la ruta en Galicia». El año pasado se celebró la primera edición de la expedición, con 150 mochilas descubriendo el Camino de Santiago. Este año serán doscientos los participantes, que tendrán su campamento base en Vilanova de Arousa y que en su recorrido descubrirán la Gallaecia romana, cruzarán el río Limia emulando a Décimo Julio Bruto Galaico y entrarán en Portugal. Luego regresarán a Galicia y estarán en Santiago para celebrar el treinta aniversario del reconocimiento del Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad; viajarán hasta el final de la tierra, Finisterre, y remontarán la costa gallega viajando hacia A Coruña. Allí, además de visitar la torre de Hércules, conocerán la ciudad en la que dio sus primeros pasos artísticos Pablo Picasso. «Conocerán la maravilla del encaje de Camariñas, el percEbe de O Roncudo o la historia del dolmen de Dombate», explica Íñigo con la emoción de quien ha trazado los planes.

La llamada de la Ruta Quetzal sigue funcionando: 1.286 jóvenes se presentaron para las 200 plazas disponibles. Para realizar la selección se ha aplicado el criterio marcado en su día por Miguel de la Quadra: los méritos y el esfuerzo. «En época de mi padre tenían que hacer un trabajo que evaluaba la Universidad. Ahora el criterio que utilizamos son las notas obtenidas durante el curso», explica de el joven de la Quadra, que sigue sorprendiéndose de todas las redes invisibles que tejió, durante años, la Ruta Quetzal alrededor del mundo.

«Mi vida está arcada por mi padre»

Periodista y aventurero, Miguel de la Quadra puso al alcance de sus hijos experiencias fantásticas: desde conocer la vida en el circo de Ángel Cristo, hasta hacer viajes increíbles por el mundo. «El primer gran viaje que recuerdo haber hecho con mi padre fue a Egipto. Me dio un cuaderno y me dijo que pintase y escribiese lo que veía. Cuando escribes vas asimilando las cosas. Aquel fue mi primer cuaderno de viaje, aún lo conservo».