El agua más fría y sana de España

José Ramón Alonso de la Torre
José Ramón Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

El agua de las playas de Arousa, hasta seis grados más fría que la de A Mariña lucense

03 sep 2023 . Actualizado a las 17:54 h.

Al grano… Hace tres años, un orzuelo mal gestionado devino en grano. Desde entonces, el párpado superior de mi ojo izquierdo ha sido un atentado estético. Por más cremas, masajes e infusiones de manzanilla que aplicaba sobre la protuberancia, no había manera de eliminar el divieso enquistado. Había renunciado ya a eliminarlo de manera natural y tenía cita con el oftalmólogo para fulminarlo este otoño mediante una leve intervención quirúrgica nada apetecible.

Por otro lado, una serie de sarpullidos esporádicos, alguna variz y otros achaques menores me empujaron a buscar solución en las aguas del mar. Dicho y hecho, busqué una playa donde procurar un efecto balneario que acabara con estas minucias epidérmicas y circulatorias. Escogí una de Galicia, naturalmente, pero como debía estar bastante tiempo en el agua y recordaba cómo me costaba entrar en las frías aguas de A Lanzada, mi playa de siempre, estudié la temperatura de las playas galaicas y escogí la de Arealonga en Reinante, concello de Barreiros (Lugo), por ser la más cálida del país junto con las demás de A Mariña.

Viajé a Reinante, me establecí durante una semana en un hotel a cien metros del arenal de Arealonga, vecino de la famosa de playa de As Catedrais, y me dediqué a bañarme mucho y a comer más en un popular restaurante y chiringuito de nombre inolvidable y generacional: La Yenka, situado justo encima de Arealonga.

Ni que decir tiene que volví a casa con unos kilos de más, con las varices en su sitio y la epidermis más tranquila durante unos días, solo unos días, pero una buena mañana, como quien no quiere la cosa y mientras me afeitaba, me percaté de que había desaparecido de mi párpado el feo grano que ensombrecía mi imagen. El agua del mar había hecho su efecto benefactor y vuelvo a mirar sin que mis interlocutores se fijen más en el bulto de mi ojo que en mi mirada.

Ya en casa, me enteré de que había cometido un pequeño error. Resulta que el agua de A Lanzada, durante algunos días de este verano, ha llegado a estar a 22 grados y ha alcanzado los 20 frecuentemente, mientras que la de A Concha y Compostela rondaba los 21. Son temperaturas inimaginables en la ría y en nuestro mar abierto, donde el agua de las playas siempre ha sido la más fría de la Península.

Esta circunstancia les parece increíble a los turistas, que suponen, con equivocado criterio, que cuanto más al norte, la temperatura es más fresca en tierra y, en consecuencia, también en el mar. Pero por aquí sabemos que de eso nada, que aunque en las costas de Lugo el ambiente sea fresquito y no supere los 30 grados, sus aguas son las más cálidas de Galicia. Por el contrario, en Arousa, aunque lleguemos a los 38 alguna vez, el agua de las playas es como un cuchillo cortante salvo excepciones como la de este verano.

De hecho, la temperatura de nuestras aguas marinas ya ha recuperado su frescor. El pasado jueves, hice un estudio rápido de la temperatura de las playas gallegas y el resultado demuestra que hemos vuelto a la normalidad. En A Mariña lucense, la temperatura del agua en las playas de Arealonga, As Catedrais (Ribadeo) y A Rapadoira, en Foz, villa que se ha convertido en la capital del veraneo en el norte de la región, era de 21 grados. Según se descendía hacia el sur, la temperatura iba bajando.

En la famosa playa surfista de Pantín (Valdoviño), el agua estaba a 20 grados. A 19 llegaba en Riazor (A Coruña) y en la playa de Escarabote (Pobra do Caramiñal). A 18 grados se bañaban los nudistas en Baroña (Porto do Son) y los textiles en Langosteira (Fisterra) y A Concha (Vilagarcía). Seguimos descendiendo hacia el sur y la temperatura también descendía: 17 grados en O Bao (A Illa), As Sinas (Vilanova) y A Lanzada y As Pipas (O Grove). Y llegamos a las playas con el agua más fría: Baltar (Sanxenxo), Barra (Cangas), Beluso (Bueu) o Samil (Vigo) con 16 grados y, finalmente, la playa con el récord nacional de la frescura marina, la de Montalvo en Sanxenxo, donde los bañistas hacen aspavientos a 15 grados. ¡El agua de Montalvo está seis grados más fría que la de Arealonga!

Recuerdo Montalvo porque era una de mis playas favoritas, pero también recuerdo cómo me metía en el agua muy lentamente, gesticulando sin tasa, quedándome petrificado en cada movimiento, haciendo acopio de fuerza de voluntad hasta que me zambullía. Eso sí, salías del agua feliz, relajado, eufórico, sin granos, sin varices, sin dolor de garganta, sin afecciones epidérmicas. Eso sí que era un balneario de aguas benefactoras.

Ya conocen la explicación de que en las Rías Baixas nos bañemos en el agua más fría de España: las corrientes y el viento del Norte no en­frían el agua, sino que la ha­cen girar, provocando que el agua fría suba del fon­do a la superficie cargada de nitratos y fosfatos. Eso sucede fundamentalmente en mayo y junio. En esos meses, hay más alimento para los peces y de ahí viene el que «a sardiña por San Xoán molle o pan», pero también el que nos bañemos tiritando.

En As Catedrais, 21 grados y en A Illa, As Sinas, A Lanzada y As Pipas, 17

En la playa de Montalvo (Sanxenxo), los bañistas tiritan con el agua a 15 grados