Lágrimas de cocodrilo por cinco mil niños palestinos

Anan Abdalah VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

08 nov 2023 . Actualizado a las 09:48 h.

Exactamente han pasado treinta días, o sea, un mes, desde que empezó el genocidio contra la población civil en Gaza. Nadie tiene intención de parar esta masacre, todos se limitan a celebrar cumbres, reencuentros, llamadas entre mandatarios, declaraciones, llamamientos. En el mejor de los casos se atreven con alguna condena tibia. Se ha adquirido el derecho a parabolizar un pueblo entero bajo las consignas del terrorismo, olvidando que Israel ejerció el terrorismo de Estado contra los palestinos durante 75 años. Se atreven a decir que el ocupante tiene que defenderse y no el ocupado. Impresionante capacidad para invertir la ecuación. Al final, nadie es capaz de introducir lo que necesita la población, lo más básico, ni una gota de combustible para el funcionamiento de los generadores de los hospitales, para que siguen funcionando mínimamente.

Un día me hablaron de las leyes de la guerra. Entonces no sabía que las guerras tienen leyes. Hoy he descubierto que lo único válido en Gaza es acabar con todos los signos de vida. Hoy, posiblemente Israel haya entrado en el libro Guinness por cometer la mayor matanza de civiles en el menor tiempo posible: cinco mil niños asesinados, mil cadáveres de niños por cada mandatario occidental que se apresuró a visitar a Netanyahu y avalar su agresión.

El sistema sanitario que tiene que atender a 2,3 millones de habitantes, a miles de heridos por los bombardeos, ya no existe. Hospitales bombardeados, cuadros médicos agotados, sin material para trabajar, doscientas mil viviendas destruidas, un millón y medio de desplazados. Los padres no saben si pueden darles algo de comer a sus hijos hoy. Tampoco garantizarles la vida hasta mañana.

El domingo por la mañana, las declaraciones del ministro israelí de Patrimonio, Amihai Eliyahu, sobre la opción de utilizar una bomba atómica sobre Gaza reflejan el pensamiento del Gobierno de Israel, pero no parecen haber conmovido la conciencia de ningún mandatario occidental. La cantidad de explosivos que se han lanzado sobre Gaza en este mes de agresión equivalen al doble de la potencia de la bomba atómica de Hiroshima.

He de lanzar una pregunta a Biden, Schultz, Macron, Meloni y Sunak: ¿estáis viendo lo que quieren vuestros pueblos con las manifestaciones para parar esta locura, la masacre de la población civil de Gaza, el apoyo al pueblo palestino y su lucha justa? Por cierto, el recibimiento de Netanyahu al primer ministro británico era distinto y distante al del resto de los mandatarios. Posiblemente por no ser blanco, lo que demuestra la ideología racista y extremista de la ultraderecha sionista.

Hemos llorado todos la muerte de los niños ucranianos, pero hemos descubierto que los honrados siguen llorando la muerte de los niños palestinos. Y vosotros, señores mandatarios, habéis demostrado que vuestras lágrimas son más falsas que las de los cocodrilos. Con una mención especial al comportamiento de los mandatarios árabes. El régimen egipcio del general Al Sisi se ha apropiado de las ayudas enviadas a Gaza, cambiando los medicamentos por fármacos caducados y medicamentos contra el virus de corona. La mitad de los camiones entran casi vacíos. El reino saudí garantizar el suministro de petróleo y gas a Israel. El reino de Jordania ha dado permiso para que la aviación de EE. UU. utilice las bases en su país  para atacar Gaza, garantizando también el abastecimiento de todo tipo de víveres al ejército israelí. La aviación de los Emiratos Árabes Unidos participa junto a la de Israel en los ataques a Gaza.

Dicen que los árabes son cuatrocientos millones. Que los musulmanes son dos mil millones. Y yo no sé si reír o echarme a llorar.  

Anan Abdalah es médico de origen palestino. Ha desarrollado su trayectoria profesional en Galicia, donde ha fundado una familia. Es el autor de Ojos de Palestina, la primera novela de una trilogía sobre la tragedia de su pueblo.