El público extremeño cantó, palmoteó, rio y agitó las manos durante el concierto en el Gran Teatro
19 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Me contaba Elías Lamelas, recordado amigo y compañero de trabajo en el instituto de Fontecarmoa, el caso de un conocido suyo que, estando en un concierto en la concatedral de Santa María de Cáceres, al cantar el coro Negra Sombra se deshizo en lágrimas. También son muchos los gallegos que me han confesado que, cuando están fuera de Galicia y escuchan una gaita, se emocionan y suelen echar una lagrimita.
Yo no había vivido una experiencia parecida hasta el pasado sábado, cuando asistí a un concierto de Luar na Lubre en el Gran Teatro de Cáceres y, efectivamente, desde la primera canción hasta la última, presencié el espectáculo con el alma sobrecogida, varios accesos de llanto y una apoteosis de lágrimas y emoción al cantar con Irma Macías, la bella voz del grupo coruñés, Ao pasar por Camariñas. Fue un momento climático: Irma enseñando desde el escenario la letra y cómo seguir los compases y todo el público del Gran Teatro siguiéndola con la voz y una sonrisa de felicidad en el semblante.
Podría pensarse que mi llanto era cosa de la edad, pero recuerdo haber escrito un Callejón del Viento sobre un concierto de gaitas en el Salón García (entonces se llamaba Casa de Cultura), detallando cómo la música de gaita era capaz de conmoverme. Y entonces tenía treinta y pocos. O un artículo para el suplemento de cultura de La Voz, allá por los 90, indignado porque la banda de gaitas de la Diputación de Ourense suponía un atentado contra las raíces de la música tradicional gallega. La banda era muy espectacular, pero emocionaba poco.
Luar na Lubre llegaba a Cáceres en el transcurso de una larga gira que los lleva desde octubre de teatro en teatro y de auditorio en auditorio, desde Alcalá de Henares hasta Toledo, donde acaban el 9 de diciembre, pasando por Lugo, Ponferrada, Rojales (Alicante), Pamplona, Zamora, Cáceres y Gijón, donde actúan el 2 de diciembre en el Teatro de la Laboral.
El concierto en el Gran Teatro de Cáceres llegaba, además, en un momento especial: esa noche, el teatro estrenaba servicio de guardarropa gratuito, lo que puede parecer una tontería, pero es importante, pues no es lo mismo seguir con las palmas las piezas animadas de Luar con el abrigo encima de las piernas que con el abrigo colgadito en una percha. Otra novedad, esta más política, era que el teatro estrenaba esa noche directora como consecuencia del cambio de gobierno en Extremadura del PSOE a una coalición PP-Vox. La anterior directora, Silvia González, que contrató a Luar, era actriz y la nueva, Marisa Caldera, también es actriz. Pero lo importante es contar cómo reacciona el público extremeño, al igual que el manchego o el navarro, en un concierto de Luar na Lubre.
Un teatro lleno
Vaya por delante que el teatro estaba lleno. Entre el público, muchos profesores, muchos músicos y una edad de entre 25 y 80 años. No fue el concierto gratuito de la playa de Santa Cristina, que pasa por ser el más multitudinario que se ha dado en Galicia, con 150.000 personas escuchando a Mike Oldfield, The Corrs y Luar na Lubre, pero en concierto de cámara, a 20 euros la entrada, sí que ha sido uno de los más emocionantes y abarrotados de los últimos tiempos en Cáceres.
Se presentaba el nuevo y vigésimo trabajo de Luar, Encrucillada XX, aunque Bieito, Irma, Nuria, Patxi, Pedro, Xavier, Xan y Brais también tocaron algunos de sus temas emblemáticos y populares. En Cáceres, hay bastante conocimiento de la música irlandesa y céltica gracias a un festival llamado Irish Fleadh que se celebra desde hace 19 años en otoño. Así que se trataba de un público educado en los ritmos atlánticos que vibró durante muchos momentos del concierto. También se celebra en un pueblo de la provincia de Cáceres, con nombre de inequívoca influencia gallega (Carbajo), un magosto celta en noviembre que incluye un festival de música gallega. Desde el escenario se reconoció este esfuerzo y la buena relación de sus organizadores con Luar na Lubre.
Siempre he sostenido que la ironía no está entre las virtudes colectivas, si es que esto existe, de los extremeños. Sin embargo, los irónicos parlamentos entre canción y canción de Bieito Romero, líder de Luar na Lubre, además de virtuoso de la gaita, la zanfoña y el acordeón… Sus mensajes irónicos al respetable eran pillados y sonreídos sin titubeos y con entrega.
Bieito Romero ironizó sobre los demasiados caminos que llevan a Compostela. Preguntó al público, a raíz de una de las canciones del concierto, si sabían quién había nacido en Vilalba y solo un espectador respondió que Fraga. Estuve tentado de responder que Suquía, Villares y Fraga, pero me pareció un poco pedante y muy poco gallego, muy poco prudente. Así que callé.
Fue muy celebrada su irónica disertación sobre los santos que llegan a Galicia en barcas imposibles de piedra: Santiago, Santa Comba, A Virxe da Barca o San Andrés de Teixido. Y hubo algo que no me gustó: presentó una canción anunciando que el genovés Cristóbal Colón había nacido probablemente en Poio. Estuve a punto de gritar: «Mentira, nació en Vilaxoán». Pero también callé. Luego llegó lo de Camariñas, lloré cuanto quise y me fui para casa feliz, melancólico y morriñento.