La banda de Barcelona tocará hoy la «Rapsodia Arousá» de Eligio Vila, último hito de la Vilagarcía musical
24 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Vilagarcía no es Salzburgo ni Berlín, pero tampoco se puede entender sin la música. La historia de Vilagarcía durante el siglo XX está plagada de hitos y anécdotas musicales. Emblemáticos fueron los conciertos de Arthur Rubinstein y Andrés Segovia delante de mil espectadores en un flamante Salón Teatro inaugurado en 1911. En esa época, exactamente en 1919, durante el entierro de un oficial británico, la banda de música de la escuadra inglesa tocó la impresionante marcha fúnebre de Chopin al tiempo que decenas de vecinas de Vilaxoán se arrancaban a cantar. En realidad, era la letra del entierro de la sardina, unos versos caricaturescos que ensalzaban el lacón con grelos, pero el almirante de la escuadra inglesa no entendía el castellano y felicitó al gobernador civil por gobernar «esta pequeña Atenas donde hasta las pescaderas saben cantar la música de Chopin».
De Vilagarcía han salido profesores del conservatorio de Madrid como Daniel Bravo. En Vilagarcía han destacado profesores históricos de música como Galbán o Porto. Y de Vilaxoán llegó a Madrid Martín Millán Torrado, profesor y montador musical de Televisión Española a quien encargaron que pusiera música al entierro de Franco. Su elección fue una evocación clásica de Brahms y Haydn compuesta por este ilustre vilaxoanés, que también es el autor de la popular e imperecedera sintonía del programa Informe Semanal.
En la historia musical de Vilagarcía, ocupa un lugar señero el Liceo Marítimo, que en los años en que Rubinstein y Segovia nos visitaban, tenía un cuadro artístico de zarzuela compuesto por 60 actores y orquesta. Su continuación, en fecha más reciente, es su grupo de cuerda y su coro.
Precisamente en estos días, hace 25 años de una actuación memorable del coro del Liceo en el 48 Festival de Opera de A Coruña. El 26 de noviembre y el 3 de diciembre de 1999, la formación vilagarciana actuó en el llamado Teatro Nacional de la Ópera de Galicia ante 1.750 espectadores, dos llenos absolutos. En 1993, no había defraudado actuando en tres óperas: Marina, La hija del regimiento y La Traviata. Pero fue seis años después, con Manon de Massenet y La Bohème de Puccini, cuando el coro del Liceo consiguió un reconocimiento unánime. Es verdad que más unánime con La Bohème que con Manon.
El coro estaba formado por 50 componentes más 16 miembros del coro infantil y ocho figurantes. Por aquellas actuaciones cobraron dos millones de pesetas. Ese año, sacaron dos discos y actuaron en el castillo de Monterrei de Verín interpretando el Réquiem de Mozart. Para La Bohème, vistieron trajes y complementos llegados de Italia, confeccionados por la casa Arrigo de Milán.
La Bohème es una ópera que no fue bien acogida cuando se estrenó el 1 de febrero de 1896 en el teatro Regio de Turín bajo la dirección de Arturo Toscanini, pero poco a poco se hizo con el favor del público. Fue calificada de detestable por Fauré cuando se estrenó en París, al tiempo que Massenet y Ravel confesaban admirarla. A lo largo de los años, alabanzas e insultos han llovido sobre ella. En 1999, el consenso sobre su categoría se había impuesto y en A Coruña, la mañana en que se abrieron las taquillas, se completó el aforo.
Recuerdo que durante aquella representación, la soprano valenciana María José Martos, alumna de Renata Scotto, Ileana Cotrubas, Alfredo Kraus y Elena Obratzova, justo en el momento en que Mimí se elevaba tras el sí de Rodolfo y se levantaba de su silla para desbordarse en emoción, en la segunda parte del aria Mi chiamano Mimí, sonaron dos teléfonos móviles que fueron desaprobados por el público, pero desconcentraron a la soprano. El coro del Liceo, sin embargo, no se distrajo en ningún momento y cuando salió a saludar al final del segundo acto, el teatro ovacionó durante 58 segundos al tiempo que los cantantes vilagarcianos inclinaban hasta seis veces sus cabezas en señal de agradecimiento y respeto.
Estos hitos y momentos estelares son historia, antecedentes de un momento presente brillante que se sustancia en un cómodo auditorio de magnífica acústica, un festival ClasClas de alto nivel o la programación de una Sociedad Filarmónica fundada y presidida por José Luis Sanz Acosta, miembro de la coral del Liceo y de su grupo de cuerda y púa. Fue precisamente al tiempo que el coro liceísta triunfaba con La Bohème, cuando José Luis Sanz y Eligio Vila crearon un comité ciudadano para la construcción de un auditorio en Vilagarcía que hoy es una realidad.
Eligio Vila es otro de los hitos de la historia musical de Vilagarcía. Graduado en Armonía, Contrapunto, Composición e Instrumentación, fue profesor de Música en el IES Castro Alobre. Compositor de sonatas, rapsodias, cuartetos y sinfonías, ha estrenado sus obras con la Orquesta Sinfónica de Galicia o la Nacional de Venezuela. Los conciertos veraniegos de la banda de música en A Baldosa inspiraron su obertura Vilagarcía y hoy domingo, 24 de noviembre, la banda municipal de Barcelona interpretará en el auditorio de la ciudad condal su Rapsodia Arousá. «Una exaltación de la belleza de la ría de Arousa y una evocación de las costumbres de la sociedad rural, tradicional y folclórica», dice su autor. El último hito artístico en una ciudad que adora la música, decimos nosotros.