Cuatro arousanas entran en las becas Amancio Ortega pisando fuerte: el inglés está controlado y las Matemáticas no darán problemas

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Carla, Naira, Blanca y Antía estudian cuarto de la ESO en artinaVilagarcía, Meis y Cambados y en agosto cogerán el vuelo a Norteamérica
Carla, Naira, Blanca y Antía estudian cuarto de la ESO en artinaVilagarcía, Meis y Cambados y en agosto cogerán el vuelo a Norteamérica MARTINA MISER

Blanca, Naira, Antía y Carla van a estar diez meses lejos de casa estudiando en Estados Unidos y Canadá

02 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Para Blanca, Carla, Naira y Antía el curso 2025-26 será muy especial. Estarán a miles de kilómetros de sus casas, conviviendo con personas que no conocen de nada y en una realidad social muy alejada de su cotidianeidad. Son la aportación arousana a la relación de becados de la Fundación Amancio Ortega que, un año más, permitirá a 450 chicos de toda España estudiar primero de Bachillerato en Estados Unidos y en Canadá.

Una oportunidad única que, además de para perfeccionar el inglés, implica una enriquecedora experiencia vital. Ellas se saben privilegiadas y están expectantes ante lo que está por venir cuando el próximo agosto cojan un avión en Madrid que las llevará al otro lado del Atlántico. Nadie les ha regalado nada; son estudiantes de expediente de diez que desde niñas tenían claras sus ansias de cruzar fronteras y aprender.

Desde el punto de vista económico tienen cubiertos todos los gastos a cargo de la fundación —alojamiento y manutención en una familia local de acogida, escolarización, viaje, seguro médico y de accidentes y una asignación mensual para gastos menores—, pero su aventura americana tendrá un coste: renunciar a la familia, amigos, mascotas —todas tienen perro— y aficiones. Las cuatro son deportistas. Blanca practica atletismo, Antía, taekuondo, y Naira y Clara, natación y salvamento. Va a ser complicado que encuentren un club donde poder seguir entrenando y compitiendo, pero malo será que no puedan seguir practicando sus deportes favoritos.

Naira y Clara ya saben la ciudad adonde van —Chemainus y Kelowna, respectivamente— de modo que han buscado y saben que tienen una piscina cerca. Blanca tiene como única referencia Ontario, mientras que Antía, la única que viajará a Estados Unidos, todavía desconoce su destino. Suele ocurrir. El procedimiento para quienes acuden a Canadá y a Estados Unidos es diferente en cuanto a calendario e itinerario académicos, de modo que Antía posiblemente se vaya antes y regrese antes también a su casa en Cambados, en junio de 2026.

Serán diez meses que se harán largos porque los becados no pueden viajar a España ni recibir visitas de sus familiares y amigos en sus países de acogida durante todo el curso, ni siquiera por Navidad. Es, opinan nuestras protagonistas, lo que se les hará más cuesta arriba, aunque las nuevas tecnologías les permitirán sentirse cerca de los suyos. Además, confían en que pronto entablarán buenas relaciones con sus nuevas familias y compañeros de clase.

Los becados de la fundación no van a residencias de estudiantes; vivirán en hogares seleccionados para este fin en los que, sin duda, encontrarán estilos de vida muy diferentes al suyo. Son conscientes de que se les acabará el comodín de papá y mamá y de que quizás tengan que adquirir hábitos alimenticios diferentes, unas rutinas sociales opuestas a las suyas o ajustarse a un horario para disponer del móvil; «habrá que adaptarse», señalan, y todas suspiran por encontrarse con familias de más de tres miembros. «Ojalá haya varios hermanos», coinciden al abordar este tema.

De todo ello han hablado ya con sus padres, que fueron informados por la fundación en una reunión en Santiago, y seguirán hablando cuando acudan al encuentro de convivencia que se celebrará en marzo en Madrid. Entonces tendrán ocasión de conocer al resto de los becados —80 son gallegos— y de lucir esas sudaderas tuneadas con sus nombres y los mapas de Estados Unidos y Canadá que han consensuado hacer por el grupo de WhatsApp de la promoción FAO 2025-26. Entre tanto, Blanca, Antía, Clara y Naira ya han tenido oportunidad de conocerse gracias al encuentro organizado por La Voz de Galicia. Enseguida han empatizado. Todas tienen quince años y estudian cuarto de la ESO; Naira Abalo y Carla Costa en el instituto Castro Alobre de Vilagarcía, Blanca Martínez en el CEP Mosteiro (Meis) y Antía Gago en el IES Francisco Asorey de Cambados.

Además del deporte y la música —a Carla le gusta Drake y a Blanca, Rihanna— comparten la afición por unas series que ven, por supuesto, en inglés. Esta predisposición les ha sido de gran ayuda a la hora de perfeccionar el idioma porque, si bien la mayoría acude a academias particulares, es en el mundo audiovisual donde la generación Z encuentra una gran escuela.

Quizá el British de los exámenes choque un poco con el norteamericano con el que tendrán que lidiar, cada cual de su estado y región, pero estas chicas están confiadas y seguras de que no tendrán problemas a la hora de comprender y hacerse entender cuando crucen el charco. El inglés lo tienen controlado, dicen, y algunas lecciones básicas de primero de estancia en Norteamérica, también, como la prohibición de acudir a fiestas donde haya alcohol de por medio. «A una becada la deportaron porque la pillaron en una fiesta», cuentan.

De momento solo se han documentado con la información que le han proporcionado sus progenitores y lo que cuentan en las redes sociales otros chicos a que están estudiando o han estudiado con las becas Amancio Ortega. Esa es la principal fuente de la que beben los quinceañeros a la hora de abrirse al mundo, de modo que lo de consultar páginas web y otros medios para empaparse de la realidad social, económica y política que se van a encontrar es, de momento, cosa de sus padres.

Será la bendita osadía de los quince años, pero estas chicas parece que no le temen a nada. Están convencidas que sacarse el primero de Bachillerato allí es más sencillo que en España «porque el nivel de ciencias en más bajo, en Matemáticas, por ejemplo, están dando multiplicaciones y fracciones», explican.

Lo que será un reto para ellas serán las actividades extraescolares, que son obligatorias, de modo que ya se ven formando parte de un grupo de teatro, bien sea sobre las tablas o bien detrás de los focos. «Lo peor va a ser la vuelta», apostillan, cuando haya que retomar la rutina en sus institutos y prepararse para el examen de la ABAU.

Todas piensan en ir a la universidad. Antía quiere estudiar Química o Física para ser investigadora de laboratorio o probar en la rama de criminalística; Blanca apuesta por Derecho y, si puede, irá a por el doblete con Relaciones Internacionales; Carla tiene claro que hará una filología —aunque todavía no ha decidido si se decantará por la inglesa— con el propósito de dedicarse a la docencia; la única que duda es Naira, a la que le tira la Biología, pero no cierra ninguna opción y quizás la experiencia americana acabe siendo determinante en su elección. Tienen todavía dos años por delante para tomar una decisión sobre su futuro. Entretanto, lo que les toca es aprovechar y disfrutar todo lo que le depara la beca Fundación Amancio Ortega y de su juventud.