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Manolo Kabezabolo, The Eskarallas y Andrés do Barro, «o primeiro punki galego», la  lían en Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La sala Cream se rinde al crudo encanto de un verdadero clásico del punk ibérico y la arrolladora fuerza de los de Julen

09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Viernes, un par de horas más allá de la puesta de sol. Las raciones de calamares y los tróspiros de licor café vuelan entre la barra y las mesas del bar O Tranquilo. Viejos punkis cariñosamente emparejados (nunca hay que perder la esperanza) y chavalada con pinta de querer apurar la madrugada hasta su final conviven en la concurrida taberna de Vilagarcía con la clientela de siempre. Por una vez, la culpa de todo no la tiene Yoko Ono, sino Manolo Kabezabolo y The Eskarallas, una alianza de talentos que funciona hasta el punto de colgar el cartel de no hay entradas allá por donde la lían. Hoy llega el turno de la sala Cream, en la subida a la estación de Vilagarcía, donde el cantautor y la banda con denominación de origen Vilaxoán firman un concierto con dos pases sucesivos. El asunto promete... Y no defrauda.

El público viene atemperado de casa y no son Julen y los suyos gente a la que tengas que decirle las cosas dos veces. Como resultado, una actuación arrolladora marca de la casa. No hay altura a la que el voceras arousano no pueda encaramarse para cantar sus verdades, más o menos hirientes, cabeza arriba o cabeza abajo, con una sólida base musical como plataforma. The Eskarallas repasan buena parte de su primer trabajo, a gusto de cada uno. Resulta imposible cansarse de su revisión de O Tren de Andrés do Barro —«o primeiro punki galego», proclama la banda de viva voz— en connivencia con Demolición, el temazo protopunk que Los Saicos sirvieron en 1966, flipa, desde Perú, flipa más.

Manolo toma el relevo de Satenta y The Eskarallas. Kabezabolo goza del estatus reservado a los clásicos. Sus letras son coreadas por veteranos de cien trincheras y entregadas jóvenes promesas con miles de noches de punk por delante. Una segunda guitarra rellena los huecos, y así no hay quien se resista al crudo encanto de este hombre y de las historias que te cuenta. Sus últimas rimas, recién publicadas en el doble Punkatarsis.

MARTINA MISER

Cumpleaños y vidilla de barrio. La doble noche de punk no solo llenó la sala Cream; también le dio vidilla al barrio de la estación de Vilagarcía. El buen Manolo cumplía a medianoche 59 años, así que más no se podía pedir.