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Playas con un plus para los bebés

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MARTINA MISER

Arenales sin viento o con pasarelas para dormir a los retoños... De todo hay en las rías de Arousa y Pontevedra

07 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ir o no ir playa con el bebé. Ese es un dilema que se plantea, un día como hoy, con el termómetro disparado, en muchas casas donde hay retoños de corta edad. Hay un buen número de padres que, como mínimo, esperan a que el niño cruce la barrera del año para el bautismo en la arena. Lo contaba ayer Ánxela, de Pontevedra, que este estío no fue ni un solo día porque no quiere que a Xiana, que nació el 28 de febrero, le dé el sol a pie de litoral de momento. «La pediatra me dijo que no podía echarle crema solar hasta el medio año, y sin protección no me atrevo», matizaba. Otros opinan distinto. Por ejemplo, Daniel, de A Illa. Su hijo Lucas tiene dos meses y medio, y se estrenó sobre la toalla hace más de un mes. «Traémolo tarde e sempre con sombrilla», indica el padre. ¿Cuáles son las mejores playas de las rías de Arousa y Pontevedra para disfrutar con los bebés? Hay muchas. Pero, tras consultar con más de una veintena de padres, algunas está claro que son favoritas.

Empezamos en las dos mecas del turismo: Sanxenxo y O Grove. En principio, lo que buscan los padres con críos son playas de ría, ya que las de mar abierto suelen implicar oleaje. Pero, en el caso concreto de los bebés, como muchos no se bañan, eso no importa tanto como otras cosas. Un grupo de madres con retoños que no pasan del año tienen clara su preferencia: Paxariñas, en el municipio sanxenxino. La eligen, sobre todo, por lo recogida que es, porque es difícil que el viento moleste a la criatura pese a no llevar un paravientos. Si se les pregunta por la segunda favorita, una y otra vez hablan de A Lanzada. ¿A Lanzada, con su oleaje y su viento, se les insiste? Y dan sus argumentos. Primero, la playa cuenta con unas enormes pasarelas de madera sobre las dunas que, aunque en su mayoría no tienen sombra, llevando un paraguas en la sillita para tapar el sol y no yendo en las horas de máximo calor resultan ideales por dos cosas: el traqueteo que le aportan al carrito del niño acaba traduciéndose en siesta segura y, encima, permiten broncearse a quien se encarga de empujar el carro. «Es el único moreno al que aspiro este verano», bromeaba una ourensana, madre de una bebé de tres meses que dormía plácidamente pasarela arriba pasarela abajo. En A Lanzada, en la zona del antiguo sanatorio, también hay otra ventaja si uno lleva bebés. Se hacen un buen número de pozas, donde el agua a lo largo del día se va calentando. En ellas se les pueden mojar los pies o refrescarlos a cada paso sin que el gélido océano les haga sufrir.

Los chiringuitos

Quienes apuestan por A Lanzada -y son muchos padres y madres los que lo hacen- todavía citan un argumento más. Hablan de la oferta hostelera. Y es que, si bien es cierto que chiringuitos a pie de playa suele haber en casi todos los arenales -al menos en los de bandera azul- no todos tienen un elemento muy útil para quienes tienen bebés. Se trata, cómo no, de un horno, cocina o microondas donde se puedan calentar papillas, comida sólida o biberones que eviten que, además de con sombrilla, nevera y cien mil cachivaches más, haya que aterrizar en la playa también con el pertinente termo.

Preguntando a los padres, la lista de recomendaciones de playas con un plus para los retoños se amplía más. En Pontevedra, son varios los que citan tanto Mogor, en Marín, como el arenal de Mourisca, en Bueu o la playa urbana de la villa buenense. Entre las que se pirran por ir con su retoño a Mourisca está María. Su niño pequeño tomó teta y biberón en ese arenal. ¿Por qué lo elige? «Está muy recogido, no hay viento, tienes donde aparcar fácil y apenas hay oleaje. El mío -de dos años- ahora ya se baña todo el rato, y necesito una playa sin peligros». En Mourisca, un pequeño plus añadido son los barcos que suele haber en la arena, en la que muchas veces se entretienen los críos.

El gran desembarco

De todas formas, nada como observar el desembarco de una familia que por primera vez visita un arenal con su bebé para darse cuenta del zafarrancho que supone. La experiencia es en A Illa, en Lavanqueira. Natalia y Pablo llegan con Nico, que a sus tres meses ha probado la piscina, pero ahora le toca bregarse en la arena. Sus padres son de los que vienen casi con la casa a cuestas y los deberes hechos. Él monta un colorido paravientos. Ella asfalta media playa con toallas. Y lo hacen en un arenal en el que, de antemano, saben que da la sombra sobre las seis de la tarde, hora a la que desembarcan. Pese a todos los preparativos, Nico llora bajo la carpa. Su madre le coge en brazos. Y él, a los pocos segundos, acaba sonriendo. O ya le gusta la playa a la que le llevaron, o la que realmente le pirra a este bebé de tamaño XXL y ojos azules como el océano es su mamá. Apuesten.

Aunque hay familias que igualmente llevan paravientos, la playa de Paxariñas (Sanxenxo) está resguardada y cumple una condición básica para ir con niños pequeños que todo se lo llevan a la boca: no tiene conchas ni piedras con las que puedan atragantarse. Que no coman arena es más difícil o, casi, casi, misión imposible.

Hay guarderías que no tienen tantos niños como los pinos ubicados en el arenal de O Terrón (Vilanova). Dan sombra de la buena, no de sombrilla, con lo que son ideales para familias con bebés. Es más, vienen bien a quienes tienen también hijos mayores, porque el retoño puede estar a la sombra y los hermanos jugando en la arena.

Algunos retoños están encantados bañándose directamente en el mar. Pero otros lloran al sentir el agua fría. En Major (Sanxenxo) hay un riachuelo donde no cubre -un bebé de diez meses puede estar sentado sin ayuda sobre el curso- y el agua está algo más cálida. Además, es casi dulce.