
La idea consiste en utilizar un rebaño de cabras en lugar de máquinas para desbrozar los montes
06 may 2019 . Actualizado a las 13:27 h.Quien frecuente la zona de Os Caeiros, en Cambados, se habrá encontrado en las últimas semanas con una sorpresa: un rebaño de cabras, con mastín incluido, cercado con una valla electrificada. Tal es la expectación que suscitan los nuevos vecinos que ya hay abuelos que acuden con sus nietos para ver esta estampa, como si de una atracción de circo se tratara, y hasta para darles de comer. Alguna que otra oveja sí se puede encontrar en las huertas del casco urbano, pero cabras, y en esta cantidad, nunca se habían visto por estos lares. Es una imagen insólita, como lo es el motivo que la propicia.
Las cabras son de Nicolás Otero y Jonás Díaz, dos jóvenes de Cambados y Sanxenxo, respectivamente, que han decidido convertirse en pastores del siglo XXI y acaban de montar una empresa para pastorear los montes gallegos. Se llama Cabrozadora y, como se puede deducir de su nombre, ofrece un sistema de desbroce mediante cabras.
El modus operandi es el siguiente. Si usted tiene un monte con maleza puede llamar a Cabrozadora y ellos desplazarán al lugar, vía carretera, el número de cabras necesarios para que se coman la hierba y demás rastrojos. Que se utilicen vacas, ovejas y cabras como desbrozadoras naturales no es nada nuevo, viene de muy lejos en el tiempo, pero sí es la primera vez que se convertirá en negocio, al menos en Galicia, según sostienen los promotores del invento.
Buena receptividad
Su mercado se orienta, sobre todo, a las comunidades de montes. De hecho, ya han cerrado un acuerdo con la del Lérez y en cuestión de días su ganado estará rumiando pastos por las laderas de Pontevedra. Es su primer contrato y esperan que vengan otros muchos detrás. «Todo el mundo nos dice que es una gran idea y que nos van a llamar», relata Jonás. ¿Y cómo no se le ha ocurrido antes a alguien? «Eso nos preguntamos nosotros también».
En su caso, la iniciativa surgió por pura casualidad. Todo empezó porque a Nicolás le regalaron un par de cabras; tenía que gastar dinero en alimentarlas mientras su madre pagaba para que le limpiaran la finca. Una situación absurda, pensó, cuando tenían por casa dos eficaces limpiadoras a cuatro patas que resultaban más baratas y ecológicas. Esta solución doméstica se convertía poco después en el germen de un negocio. En cuestión de un mes compraron más de cien cabras, el perro e improvisaron una especie de granja en un monte de la familia de Nicolás situado a pocos metros del instituto Francisco Asorey.
Es una base de operaciones provisional porque su idea es que el rebaño sea itinerante, en función de los encargos. Han contactado ya con varias comunidades de montes y están abiertos a dar servicio, también, a particulares. Todas son ventajas, argumentan.
Sus servicios son más baratos que los de cualquier empresa de desbrozamiento. «Una máquina te cobra 1.200 euros por hectárea y con nosotros, gracias a las subvenciones, puede salir en 150 euros». Otras ventajas, explican, es que Cabrozadora es muy eficaz, «porque las máquinas cortan la hierba, pero las cabras arrancan la raíz y hacen que la planta se debilite. Además, ellas llegan a todas partes». «También podemos crear empleo; nos comprometemos a contratar a una persona por superficies mayores de quince hectáreas». Y, por supuesto, es un sistema ecológico, que no contamina ni genera ruidos y proporciona una fuente de abono natural, explican.
Para luchar contra los incendios
La exigencia cada vez mayor por parte de la Administración de tener limpio el monte para evitar riesgos de incendios es un factor que, en opinión de los jóvenes emprendedores, puede jugar a su favor a la hora de conseguir clientes. «Ayudamos a luchar contra los incendios». Pero, lamentan, tienen que hacer frente a demasiada burocracia y vacíos legales «porque esto es algo completamente nuevo».
A estos emprendedores del sector agroforestal se les ve ilusionados. «Es más gratificante trabajar con las cabras que con las personas, no tienes que aguantar malas caras», señala Nicolás. Antes solo había bregado con tortugas y con perros y ni por vocación ni por formación había tenido relación laboral con este sector. Al contrario, Nicolás estuvo vinculado al negocio de las copas y de la noche y acabó en el paro. Jonás cuenta que tuvo un restaurante y una tienda, que ahora va a traspasar para convertirse en ganadero. «Nos lanzamos a la aventura», dice, y lo hacen con ambición.
En estos momentos, tienen cien cabras, quieren llegar a las quinientas y no descartan dar el salto a la producción artesanal de quesos u otros derivados de la materia prima que ofrecen las cabras.
De momento toca cuidar al rebaño, formado mayoritariamente por cabras alpinas y una decena de enanas africanas, «porque autóctonas es casi imposible conseguir». Cada ejemplar les cuesta cien euros y la inversión inicial entre animales y logística -comederos, veterinarios y medios de transporte- suma unos 25.000 euros, según sus cálculos.
Cabrozadora está domiciliada en Sanxenxo, tiene su base de operaciones en Cambados y se puede contactar con ella a través de su perfil de Facebook y el teléfono 650 764 571.
El monte les espera.