La artista vilagarciana Mar Barral ha visto como una de sus piezas se subía a la pasarela de la Paris Fashion Week
22 oct 2016 . Actualizado a las 09:02 h.Siempre se quiere volver. El taller de Mar Barral es uno de esos lugares que se meten en la piel de las personas sensibles. En Abalo (Catoira), la mujer que vive con las manos manchadas de barro recibe a todo el mundo con una sonrisa amigable. Da lo mismo que sean niños que acuden a descubrir un mundo nuevo, o compañeros de fatigas artísticas, o diseñadores de Loewe. Dos de ellos han estado en varias ocasiones en el laboratorio creativo de Mar Barral. «Querían ver o que facía e como o facía», explica ella, como si tal cosa. Quizás esas visitas sean una suerte de prueba de ingreso en una familia empresarial que, desde hace más de cien años, es sinónimo de lujo y de calidad.
Mar ha entrado en la historia de Loewe por culpa de un botón. A través del boca a boca, su capacidad para hacer magia con la cerámica llegó a los oídos adecuados en el momento justo. «Era para unha colección de roupa de home. Tiñan unha peza en vidro e a querían de cerámica, e mandáronma para que eu lla fixera. Mandeille varias propostas e gustáronlle, pero ao final cambiaron de plans», recuerda Barral. Pero el tiempo invertido en aquel trabajo valió la pena. «Todo o que pasou despois foi por culpa daquel botón», bromea.
Meses después, la firma volvió a necesitar una pieza original, única, exclusiva, para completar un colgante con forma de murciélago. Y alguien recordó los botones de Mar Barral. Así que hasta el taller de Abalo llegó otro reto. La propuesta que salió de las manos de nuestra protagonista -una suerte de cuerpo esférico del que parten brazos a diestro y siniestro- triunfó en los despachos de Loewe, desde donde salió catapultado a la pasarela de la Paris Fashion Week.
Para Mar Barral, que su obra se pasee por el Olimpo de la moda tiene su aquel. «Para min, que a cerámica entre nese ámbito supón todo un recoñecemento». El proceso de fabricación de una pieza es lento, quebradizo -«ata que a peza sae do forno non sabes»-, artesano, artístico. Y como tal merece ser reconocido. Aunque ella, de reconocimiento, no se queja. Es una de esas afortunadas que se siente profeta en su tierra, y mucho antes de que Loewe llamase a su puerta. «Non é por presumir, pero os mellores deportistas galegos teñen trofeos meus na casa», dice ahogando una risa. David Cal, los hermanos Paz o el mismísimo Gómez Noya son algunos ejemplos. «Hai moitos máis, porque a verdade é que a xente do deporte sempre contou moito comigo e co meu traballo», razona esta mujer, que acabó siendo artista «un pouco por casualidade». «Eu fixen Maxisterio. Pero nunha época de crise parecida a esta empecei a facer cursos e engancheime a isto da cerámica dunha maneira que xa nunca o abandonei, xa quedei aquí», relata con ese tono alegre que imprime a toda la conversación.
Claro que ese «aquí» del que ella habla es enorme, con caminos que discurren por los dominios de la artesanía y que luego, haciendo un requiebro, la conducen hacia el espacio de la cerámica artística. Llegó hasta esa nueva formulación, de nuevo, casi por casualidad, a través de los Cursos Internacionais de Cerámica de Pontevedra, donde no para de aprender, de disfrutar y de abrir puertas. Porque fue la coordinadora de ese certamen, Xela Area, quien puso en marcha la bola que la llevó a las puertas de Loewe, que le permitió trabajar con un diseñador del prestigio de Jonathan Anderson y colocar una de sus piezas en la colección Ready to wear de la próxima primavera.
Es posible que la colaboración con la marca de lujo española no haya hecho más que empezar. De momento, el contacto entre la firma y el taller de Abalo continúa siendo fluido. Claro que sobre todo lo que pueda estar por llegar pesa el más impenetrable silencio. «Non podo falar diso», dice Barral. Será, pues, otra historia.