El Concello de Catoira intenta dar un golpe de timón a una Vikinga exprés

Rosa Estévez
rosa estévez CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

MARTINA MISER

Castaño quiere recuperar la colaboración con el Ateneo e introducir novedades

11 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La Romaría Vikinga no es una fiesta cualquiera. Declarada de Interés Turístico Internacional, la celebración se ha convertido en un símbolo de Catoira tan poderoso como las propias Torres de Oeste. Por eso, conseguir que la edición de este año salga bien es uno de los asuntos que ha consumido más tiempo al nuevo gobierno municipal, con Xoán Castaño a la cabeza. Así lo asegura el alcalde -y de momento único cargo formalmente designado- quien confía en que, pese a la premura de tiempo y al caos en el traspaso de poderes, la edición de este año no solo salga bien, sino que permita vislumbrar el cambio que quieren imprimir a la Romaría.

Y es que hay muchas cosas que cambiar en la fiesta, a juicio del nuevo alcalde. La primera, la gestión de los recursos. El análisis realizado de las cuentas, dice, revela anomalías que hay que corregir. Entre ellas, la existencia de una diferencia inexplicable entre el gasto en la cena vikinga y los ingresos por este mismo concepto. «Evidentemente, houbo moita xente que non pagou a súa entrada. Iso vai cambiar. Todo o mundo vai pagar a súa entrada, o primeiro o alcalde», dice Castaño. «Pero cando digo todo o mundo, obviamente, non me estou referindo a todas as persoas que colaboran coa festa facendo o teatro. Penso que, neste caso, invitalos á celebración é o mínimo que podemos facer», dijo, intentando zanjar la polémica que en los últimos días se ha extendido por el pueblo.

En cuanto a la cena, habrá más cambios, porque la contratación de quien prestará el servicio será motivo de una convocatoria pública que garantice que todos los interesados puedan presentar su oferta.

Dejando al margen el tema de la cena, que con los años se ha convertido en uno de los platos fuertes del programa, sobre la mesa del alcalde hay muchos otros frentes abiertos relacionados con la Vikinga. Y es que, aunque «xa houbo moitas cousas que quedaron pechadas polo anterior goberno», y aunque otras muchas funcionarán fruto de la inercia que dan los años de práctica, el regidor aspira a introducir en la edición de este año algunos cambios que permitan vislumbrar lo que será la fiesta en el futuro.

Para empezar, Xoán Castaño quiere poner fin a años de guerra fría entre el consistorio y el Ateneo Vikingo. Ya se han mantenido reuniones con los responsables de este colectivo, cuyos integrantes suelen destacar por la vistosidad de sus trajes, para pedirles su colaboración en las representaciones y la animación que suele haber en el recinto de las Torres tras la llegada de los barcos.

Con estos también se está trabajando, y en este caso sí a contrarreloj. Y es que, según indica el alcalde, se han encontrado con que una de las naves municipales está bastante deteriorada, por lo que ha sido necesario contratar personal para lograr repararla y tenerla a punto para el primer domingo de agosto.

Castaño indicó, también, que se pretende colaborar con la Fundación Rosalía de Castro para dar a conocer la vinculación de la poeta con la localidad y las torres, y que no se descartan otras acciones: desde una tarde de juegos infantiles a la sombra de las viejas defensas, hasta nuevas propuestas artísticas que ayer mismo eran objeto de reuniones. «Estamos traballando a toda máquina», reconoce Castaño.

El PP

El PP de Catoira compareció ayer en rueda de prensa para hacer su valoración de las cuentas de la pasada edición de la Romaría Vikinga. Los populares consideran que fueron un ejemplo de «malgasto» de fondos a costa «dos veciños de Catoira». Ponen el énfasis en la cena Vikinga, que costó 38.889 euros y por la que solo se ingresaron 13.372, y que además genera quejas sobre la calidad del servicio ofertado por la empresa encargada. Otra partida que llama su atención es el Road Show Follow The Vikings, que costó más de 56.000 euros, una cantidad que según Alberto García fue sufragada en parte con fondos europeos «que non aparecen nestas contas». También en el capítulo de gastos generales encuentran cifras que les chirrían y sobre las que seguirán investigando.