Adiós al trabajador nato que surtió de alimentos a los empleados de la fábrica de Garavilla en los años 70
O GROVE

Andrés Rico falleció a los 90 años dejando tras de sí un montón de recuerdos
24 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.A sus 90 años, Andrés Rico deja tras sí un montón de recuerdos y un reguero de cariño. No es de extrañar, dada su trayectoria laboral en O Grove, donde ayer fallecía. Rico fue uno de esos emprendedores, que, como muchos de sus vecinos, regentó en la localidad su propia tienda de barrio, en plena calle Castelao: Ultramarinos Levante, un establecimiento que convivió con otro más pequeño en la calle Tafona, y que fue en los años 70 el economato de los empleados de Garavilla, la fábrica que hoy conocemos como Conservas Isabel.
Rico y su mujer Luisa se granjearon allí buenas amistades. Tenían un acuerdo con la empresa, que permitía a los trabajadores comprar los productos a un precio más bajo que el que figuraba para el resto de vecinos. Y en la conservera trabajaba mucha gente que tuvo trato directo con ellos. A Andrés lo recuerdan como una buena persona «era moi cortés e moi servicial», cuentan algunas de las empleadas de la fábrica y clientas de Rico. Pero es que, además, era muy trabajador. A los 14 años aprendió a conducir. «Ía co pai ao campo de aviación a botar as redes a secar e alí practicaba», cuenta su nuera, que recuerda entre risas que para no gastar gasolina iba con el coche apagado desde Borreiros hasta Ardia.
Rico trabajó en la panadería A Mascata, que pertenecía a la familia de su mujer, pero se le descubrió una alergia a la harina y tuvo que cambiar de oficio. Fue electricista y mecánico, y también tuvo bateas. Todo ello antes de abrir los ultramarinos, así que no es de extrañar que todos los vecinos lo conociesen. Hoy se deshacen en halagos hacia él todos los que por un motivo u otro lo trataron. «Non é de extrañar. Era moi bo pai, moi bo avó, unha excelente persoa», comenta entre lágrimas la familia.
Y fue en aquel momento un visionario, pues con la llegada del mundial de 1982 aquella tienda de barrio dio paso a una tienda de deportes, que aún hoy permanece abierta: Galeusca, regentada por su hijo Andrés y su mujer, y que es famosa, entre otras cosas por una pequeña atracción para los niños que tiene en el exterior: «El caballo de Galeusca».
Es otra gran pérdida, junto a la de sus vecinos de negocio Manolo Campaña o Isolino Álvarez que nos dejaban hace pocos meses. Con ellos comienza a desaparecer una de las generaciones más fructíferas y más sabias de O Grove. Van en hora, pero entristecen igual.