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Los comuneros de O Grove apostaron hace una década por criar ganado para limpiar el monte y, de paso, sacar un dinero por la venta de carne. Una vez al año se la comen ellos, «ao caldeiro» y en empanada
22 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Hay dos buenos motivos para subir al monte de Con da Hedra en O Grove. Uno son las vistas al Atlántico y a la isla de Ons que ofrece este balcón al mar; el otro es visitar la ganadería de la comunidad de montes de San Vicente: catorce vacas cachenas, otros tantos terneros y un toro de 600 kilos que se llama Rubio y tiene la tarea de que la prole no decaiga. A una media de un ternero por año, la familia no pararía de crecer si no fuera porque cuando los terneros cumplen diez meses de vida y alcanzan los 120 kilos se envían al matadero.
La comunidad de montes se gana con ello un dinero —ahora mismo le están pagando la carne a 6,20 euros el kilo— que les permite sufragar los gastos de la explotación bovina, aunque no es ese el fin con el que se metieron a ganaderos. El objetivo que se perseguía era mantener limpio el monte, y qué mejor que una docena de bocas rumiantes para eliminar los matojos que pueden acabar siendo pasto de las llamas.
Otra posibilidad era recurrir a las cabras u ovejas, pero había el riesgo de que se las robasen, de modo que optaron por comprar reses de 500 kilos y bien astados con los que poca gente se atreve a lidiar.
En plena naturaleza
Las vacas andan sueltas en el monte y se crían en plena naturaleza, aunque con límites. No pueden campar a sus anchas debido a la proximidad de carreteras y propiedades particulares, de modo que la comunidad tuvo que hacer una importante inversión en el cercado de 300 hectáreas. En tanta extensión de terreno es complicado que no haya algún coladero porque la valla acaba rompiendo o porque alguien se olvidó de poner el pasador, así que más de una vez las vacas acabaron en medio de la calzada dándoles un buen susto a conductores y peatones.
Nunca hubo incidentes graves por este motivo y la convivencia entre las población y las cachenas es buena, según afirma el presidente de la comunidad, Manuel Castro. Tanto es así que Rubio y su harén se han convertido en una atracción y es habitual ver a familias apostadas al lado del establo para fotografiarse con los hermosos ejemplares o darles un trozo de pan. Una golosina en su dieta, que consta básicamente de hierba y de la paja, el silo y el pienso que les espera en las cuadras.
La mitad del rebaño no pasará del año de vida, porque están condenados a acabar en el plato de alguien que aprecie y pueda darse el lujo de comer un producto de primera. A 18 euros el kilo en las carnicerías, no es un producto al alcance de todos los bolsillos, pero la cachena tiene su público.
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De fiesta
Dicen los que saben que su carne tiene una textura y un sabor especiales que permite prepararla de muy diferentes modos. En O Grove decidieron servirla el pasado domingo ao caldeiro y en empanada con motivo de la quinta edición de la Festa da Vaca Cachena que organiza la comunidad de montes.
Se inspiraron en otra fiesta que celebran en Esteiro y los grovenses decidieron dar el salto a la gastronomía. Solo la pandemia los dejó sin comilona. En 2023, los eventos de las comuniones le restaron algo de afluencia, pero, con todo, lograron reunir a 165 comensales al reclamo de un menú que costaba 45 euros por persona. La protagonista fue, por supuesto, la cachena, pero como no hay fiesta que se precie sin el pulpo á feira, el domingo tampoco faltó en la cocina ambulante que lleva Amador Porta por toda Galicia.
En esta ocasión preparó alrededor de 70 kilos de carne ao caldeiro que coció en grandes potas para servirlas después con patatas. Cada maestrillo tiene su librillo y el secreto de su receta, explica, está en el agua de cocción, que él prepara con huesos y unto. La procedencia de la carne también influye porque no es los mismo cocinar una vaca del monte de Grove, que tiene más grasa, que otra procedente de la alta montaña, que es más compacta y precisa más tiempo de cocción, según explica el chef. Con todo, incluso la más tierna precisa de entre hora y media y dos horas de cocción. En cuanto a la empanada, lo mejor es encomendarse a la materia prima, y tratándose de vaca cachena, el éxito está garantizado.
Propuestas como la de los comuneros de San Vicente de O Grove ayudan a asentar la población de una raza que está en peligro de extinción y, de paso, ampliar el catálogo de carnes de calidad que se ofrecen en los lineales de los supermercados más allá de la Ternera gallega.