O Grove dice adiós a Lolita Aguín, fundadora de Creaciones Lor y pionera de la moda gallega

Leticia Castro O GROVE / LA VOZ

O GROVE

Imagen de archivo de Lolita Aguín
Imagen de archivo de Lolita Aguín

La diseñadora, que vendió sus prendas de punto por toda España, falleció este viernes, a los 89 años

10 dic 2023 . Actualizado a las 19:10 h.

Quien aún conserve en la retina el cine O Marino en su máximo esplendor seguramente recuerde también la tienda y la fábrica de Lolita Aguín (O Grove, 1934) costurera y diseñadora de moda cuyas creaciones de punto eran objeto de deseo de muchas grovenses de la época. El municipio arousano la despidió ayer a sus ochenta y nueve años, recordando la importancia que aquello tuvo para la localidad.

Fue una mujer pionera, con gran talento, casada con Pepe Lores, así que no es extraño que su negocio se asentase junto al cine O Marino, que regentaba su esposo. Lo que un día fue su marca, llamada Creaciones Lor, nació dando sus primeros pasos como Pamaló, una iniciativa de la que formaban parte Paloma, Maruja y Lolita en 1969, y que duraría apenas tres años. En ese mismo lugar, encima del cine, nacería Creaciones Lor a principios de los 70. El taller se expandió y pasó a estar unos metros mas abajo, al lado de la sala. Allí llegaron a trabajar treinta mujeres que se fueron empapando de sus ideas y que, según cuenta su hija Marta, siempre estuvieron muy involucradas en la empresa.

Luego vino la boutique con entrada por la calle Castelao, que vistió a muchas mecas que aún hoy guardan las prendas en sus armarios. Si por algo se distinguían sus diseños era por la calidad y la originalidad. Lolita fue una mujer inquieta, siempre con ganas de aprender, y con una visión de negocio clara. La mayor cota de visibilidad la tuvo con aquella vitrina en la que exponía las prendas en el Gran Hotel de A Toxa, que atendían las telefonistas. Había que expandirse, así que en el año 80 abrió otra boutique en Sanxenxo, que estaría operativa cinco años.

A ella y a Pepe les encantaba viajar, y solían frecuentar países como Francia o Italia, que a Lolita le valían para inspirarse, aunque imaginación no le faltaba. Recorría las ferias más importantes, en Madrid, Barcelona y algún año Santander, sitios en los que hizo buenos contactos y donde conoció a otras diseñadoras con las que colaboró.

Fue Lolita una emprendedora adelantada a los tiempos, una mujer que no sabía dibujar: «Ella recortaba, montaba, imaginaba y así creaba las prendas», recuerda Marta. Exploró todo lo que pudo, cambió la manera de engarzar el hilo, tejió el punto del revés, infinidad de detalles que hacían especiales sus vestidos, faldas y chaquetas. Incluso algunas novias vistieron en su gran día un Lolita Aguín. Tan inquieta fue que, una vez jubilada, se matriculó en Bellas Artes para seguir ampliando conocimientos.

La cooperativa que no pudo ser

Cerró la empresa entre finales de los años 90 y principios de los 2000, debido a una situación de impagos que no le dejaba muchas salida. Lolita y Pepe finiquitaron a las empleadas, pagaron todos los sueldos y aquello fue su ruina. El matrimonio animó a las trabajadoras a formar una cooperativa para continuar con el legado, algo que no fructificó y de lo que muchas se arrepienten hoy, echando la vista atrás.

El legado de Lolita Aguín, una mujer del pueblo con mucho don de gentes, querida y admirada por todos, pervivirá siempre, porque es un ejemplo para muchas generaciones que hoy buscan hacerse un hueco, y merece un reconocimiento a la altura de sus logros, que no fueron pocos.