La despedida del «bailarín de todos os tempos»

Leticia Castro OBITUARIO

O GROVE

Paco Luna

O Grove despide a Miguel Filgueira, que falleció a los 91 años

13 ene 2025 . Actualizado a las 20:36 h.

O Grove ha despedido a Miguel Filgueira a los 91 años de edad. Era un vecino conocido por todos, famoso por ser el incansable «bailarín de todos os tempos», una de esas personas queridas, que forman parte del imaginario popular de un pueblo.Siempre con una sonrisa, conquistó en la pista de baile a vecinas de muchas generaciones, que hoy lo recuerdan con gran cariño, incluso las más jóvenes, que confiesan haber coincidido con él en la Discoteca La Luna, donde seguramente haya granjeado amistades de todas las edades.

Miguel nunca perdió las ganas de danzar, ni siquiera en estos últimos años, a pesar de su avanzada edad. Fue desde su juventud el alma de las fiestas, de los bailes del Marino, aunque en realidad no le hacían falta salas para bailar: daba igual el asfalto en la Festa do Marisco o el propio muelle, donde conquistaba con su humor a los turistas, caracola en mano. Porque Miguel era además muy conocido por dedicarse a la venta de collares de conchas, un oficio familiar que ejerció durante décadas, con una labia y una gracia únicas, ya que era además buen conversador.

Atrás queda aquella célebre estampa que dejaba con el cesto de collares en su moto, su vehículo habitual. Y su faceta de guardián de la Torre de Escuredo, una labor que asumió fielmente, pero de motu propio, cuando los propietarios tuvieron que abandonar la casa. Para los Escuredo, Miguel era «una persona entrañable», según comenta Enrique Conde. «Era o noso Miguel», decía por el trato familiar que les unía. Miguel habitó la Torre como guardián y la llenó también de otros enseres. «El salón árabe estaba lleno de motocicletas, muebles, todo lo que encontraba que le parecía de interés lo llevaba para allí», recordaba ayer Conde, refiriéndose a él como una persona excepcional, de la que guarda muchas anécdotas, y con el que compartía afinidades políticas, pues ambos eran «camaradas comunistas».

Miguel era, en fin, una persona muy querida de la que sus vecinos se despidieron con gran afecto. A buen seguro, de fue bailando mientras sonaba Échame a mi la culpa (Allá en el otro mundo), pues Os Firrás pusieron melodía a su entierro.