Homenaje en Ribadumia a una catalana que se lleva el título de «doctora de cabecera de nuestros corazones»
RIBADUMIA
Margarita Vidal quiso ser médica desde niña y en 1996 llegó a O Salnés para ejercer una profesión que le apasiona
19 dic 2024 . Actualizado a las 21:16 h.En el centro cultural de Barrantes sonaron este mediodía las gaitas y algún vecino debió quedar descolocado. No se trataba de ninguna fiesta señalada en el calendario. La música sonaba por Margarita Vidal Hereu, médica en Ribadumia desde hace 28 años que hoy pasó su última consulta en el centro de salud. Se jubila y sus compañeros, amigos, pacientes y autoridades quisieron rendirle un homenaje que no fue pequeño.
La doctora se confesó sorprendida cuando al cruzar el umbral se encontró con los gaiteiros, un ramo de flores y un centenar de comensales esperándola con la empanada en la mesa. «No creo que lo merezca», dijo al dirigirse a los presentes micrófono en mano. Le tocaba hablar y empezó contando que ella siempre quiso ser médica, ya desde niña cuando con diez años acompañaba a su padrino a pasar consulta por los pueblos de su Gerona natal. Cumplió su sueño y estudió Medicina hasta que un día se enamoró de un gallego e hizo las maletas. Empezó a ejercer en Cotobade y en 1996 se trasladó a Ribadumia, hasta la fecha.
Después de tantos años el anecdotario es amplio, pero Margarita estaba tan emocionada que no acertaba a elegir una de esas vivencias dignas de ser recordadas cuando la prensa le preguntó. Ya se encargaron otros de refrescarle la memoria trayendo a colación el caso de aquel paciente que dijo que tenía el azúcar por las nubes porque había soñado con una tarta o de aquella otra que pretendía adelgazar comiéndose cinco jurelos en escabeche. «Margarita no es una doctora cualquiera (...) Margarita siempre tuvo una paciencia infinita, incluso con los gallegos más tercos», indicaron en el momento de los discursos. A estos elogios, la doctora no pudo más que dar las gracias por enésima vez, cuando ya se había sentado a la mesa y había sido abrazada y besada por una multitud.
Un centenar de personas se dieron cita en el centro cultural para compartir este momento tan entrañable con la que fue médica de muchos de ellos. No faltaron sus compañeras de trabajo, no en vano fueron las artífices de un homenaje que salió a 33 euros el plato y contó con pulpo, carne ao caldeiro y postres. «Os dejo con lo mejor de lo mejor», indicó la doctora Vidal a la hora de referirse al equipo del centro de salud.
Daban las tres y media cuando empezaron a comer, aún con tiempo para recordar los viejos tiempos, aquellos en los que Margarita era la única facultativa en el municipio y trabajaba hornadas maratonianas. «Casi comíamos en la consulta». Las condiciones laborales han mejorado, pero esta dedicación la mantuvo hasta el último día porque es de las que esperaba hasta las cuatro de la tarde para atender a los pacientes que salían a las tres de trabajar y no podían ir antes. «E máis tarde tamén», apostilló el alcalde, David Castro, que compartió con la doctora la mesa presidencial.
Margarita Vidal deja la atención primaria, pero no abandona la medicina. Ahora trabajará en la sanidad privada y tiene su ilusión puesta en poder participar en el Proxecto Xenoma Galicia junto a su amigo Ángel Carracedo. Se confiesa una apasionada de su profesión y, por los errores que hubiera podido cometer, pidió perdón.
De origen catalán y residente en Poio, Margarita Vidal se va de Ribadumia considerándola su segunda casa, aunque con el gallego aún no se atreve. Hizo los pertinentes cursos de iniciación y perfeccionamiento, «pero a hablarlo no me lancé». En todo caso, la comunicación con sus pacientes nunca fue un problema. No hay más que escucharlos: «Gracias por tanto y recuerda que, aunque ya no trabajes sigues siendo la ‘doctora de cabecera' de nuestros corazones'».