Valga comienza el duelo

La Voz VALGA

VALGA

Mónica Irago

Los cuerpos de las tres mujeres asesinadas ya están siendo velados por sus familiares en el auditorio municipal

17 sep 2019 . Actualizado a las 18:36 h.

Los cuerpos de Sandra y Alba Boquete, y el de la madre de ambas, María Elena Jamardo, se encuentran ya en el auditorio de Cordeiro (Valga), el lugar elegido para velar a las tres mujeres, asesinadas el lunes por el exmarido de la primera, José Luis Abet. A estas horas, las instalaciones permanecen abiertas únicamente para los familiares, si bien a lo largo de la tarde los vecinos de este pequeño municipio de la provincia de Pontevedra podrán acudir a presentar su respeto y su solidaridad a una familia que se encuentra devastada.

Según anunció el alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, el funeral por las tres mujeres asesinadas tendrá lugar mañana, a las seis y media de la tarde, también en el auditorio municipal. El entierro será después, en el cementerio de Campaña. Un pequeño camposanto de aldea en el que ya yace enterrada otra víctima de violencia machista, Mari Luz Pose, asesinada en el 2007 en Cambados.

Fernando, la sexta víctima del crimen

Los vecinos de Valga que viven cerca de la casa donde el lunes la furia asesina de José Luis Abet acabó con la vida de Sanda, Alba y María Elena, relatan los dramáticos sucesos vividos con una cierta distancia. Como si no fuesen ellos los protagonistas. Como si todo hubiese sido una escena vista en una película, el nítido recuerdo de un mal sueño. Pero esa distancia de seguridad, probablemente necesaria para poder seguir adelante, desaparece cuando hablan de los dos hijos de Sandra, del horror que vivieron y de todo el que les queda por vivir.

Los ojos se empañan de lágrimas y las voces se rompen, también, cuando mencionan a Fernando Boquete. Un hombre «que o perdeu todo, que quedou sen ninguén». Porque Fernando, que se levantó el lunes casado y con dos hijas, se ha quedado solo. «¿Como se supera iso? Eu non o sei», comenta Ramón Eiras, amigo íntimo de esa sexta víctima de José Luis Abet.

Perder a la mujer con la que había compartido una vida de sacrificios y esfuerzos -ambos habían pasado muchos años en Suiza, trabajando y ahorrando, mientras sus hijas crecían al cuidado de sus abuelos- sería motivo suficiente para que se derrumbase. «Pero é que ademais perdeu ás fillas. ¿Quen pode imaxinar o que está pasando ese home?», comenta otro vecino. Un tormento exasperante, un dolor que no puede ser medido, dicen. Fernando, que está siendo arropado por su familia y que, como sus nietos, está recibiendo asistencia psicológica, recibió la noticia que le puso la vida del revés mientras trabajaba haciendo tareas de mantenimiento en el colegio de Valga. Allí comenzó la pesadilla para un hombre al que quienes lo aprecian -y son muchos- retratan como una persona afable, habladora. «Un caballero» al que nunca acabó de gustarle el hombre con el que su hija mayor, Sandra, decidió casarse. Es, dicen los vecinos, «un gran avó». Y esperan que, al menos eso, pueda seguir siéndolo.