Las alternativas de izquierda se multiplican en Arousa hasta situar al electorado a orillas de un océano de siglas indescifrable
08 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Nueve de la mañana. Algún municipio de Arousa. Domingo. Un militante de Compromiso por Galicia se despereza animoso. Levanta la persiana y comprueba que hace sol. Es un buen día para dar un paseo y, ya puestos, trabajar un poco más en la plataforma de inspiración ciudadana que el pueblo necesita para regenerar su vida política y expulsar del Concello a los munícipes profesionales. Esa casta que tan bien han definido los compañeros de Podemos y se eterniza en el poder tras haber convertido las estructuras democráticas en una opulenta forma de vida basada en la gestión por y para los amiguetes. ¡Un momento! Nuestro personaje se mira el espejo. Una duda le asalta y aniquila el buen rollo. «¿Qué voy a ser hoy exactamente, el portavoz de CxG o el impulsor de Somos Maioría?». La pregunta no es ninguna tontería, porque en función de su respuesta nuestro amigo aceptará que «políticos profesionales» como la gente de Esquerda Unida se sumen al proyecto o se negará en redondo a semejante herejía. Difícil mantener dos discursos contradictorios al mismo tiempo. Al borde de la esquizofrenia, el desquiciado sujeto manda a paseo el paseo dominical y se vuelve a meter en la cama, tapado hasta las orejas. Que venga el lunes y se lo lleve todo.
Si el bueno de Brian se diese una vuelta por esta Arousa preelectoral, no tendría problemas a la hora de recrear aquel gag de los Monty Python en el que militar en el Frente Judaico Popular era motivo suficiente para acabar a piñas con esos desgraciados escindidos del Frente Popular de Judea. Aunque los peores son los miserables trotskistas del Frente Popular del Pueblo Judaico. ¡Y qué decir de los malditos traidores de la Unión Popular! Entre la casta y la caspa solo media una letra, pero basta para desatar diferencias irresolubles y eternas discusiones fundacionales.
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Son Cerna, pero non o saben
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«Os de Anova do Grove son de Cerna pero aínda non o saben», sentenciaba con implacable retranca el otro día un profundo conocedor del nacionalismo en tierras mecas, refiriéndose a las dos escisiones sucesivas experimentadas por quienes hace unos años compartían siglas en el BNG.
En Vilagarcía, al menos, queda claro que una parte de Podemos está dispuesta a ir a las elecciones. Gañemos Vilagarcía es su marca y existen, al parecer, razonables expectativas de que acabe sumando fuerzas con la plataforma que -a inspiración de AGE pero no bajo la misma denominación, otro lío- impulsa Esquerda Unida. Claro que las cosas no son tan fáciles, porque otra porción del círculo no quiere oír hablar de las municipales. Y, por fin, una tercera facción ni siente ni padece. El problema reside ahora en conocer dónde marcará la bisectriz la oficialidad del empoderamiento a la hora de conceder y retirar apoyos.
No es extraño, así, que Poncio Pilatos pida otra palangana para lavarse las manos mientras medita sobre el color de la mano de pintura que le dará a su vieja poltrona en primavera y observa, cómodamente instalado en ella, cómo una gaviota sobrevuela su palacio. Habrán reparado, a todo esto, en las iniciales del escrupuloso prefecto romano de Judea. Al César lo que es del César.
la cosa política