Vilagarcía le da la vuelta a la hamburguesa de toda la vida

VILAGARCÍA DE AROUSA

El cierre de Tauro en las galerías convierte al Bavaria en la última hamburguesería clásica de la ciudad
18 nov 2015 . Actualizado a las 13:59 h.Hace un tiempo, no demasiado aunque pudiese parecer lo contrario, comer una hamburguesa en Vilagarcía era cosa de cinco establecimientos. Sin grandes cadenas multinacionales, ajeno todavía al imperio de las carnes homogéneas y los sabores alineados, el personal elegía entonces su bocadillo por su sabor, sus complementos o, simplemente, porque este o aquel eran los locales de toda la vida. Con el cierre de la Tauro, el clásico repóquer se limita hoy a una sola figura. La cervecería Bavaria de Andrés Cobos continúa funcionando en la esquina de Alejandro Cerecedo contra viento y marea. «Sí, nosotros seguimos aquí, pero me vas a perdonar porque a esta hora tengo a la gente esperando por las hamburguesas», zanja la conversación el veterano hostelero, cuyos 34 años al frente de la plancha confieren a su bar el título de hamburguesería más antigua de la capital arousana.
Hasta siempre
Con el paso del tiempo, Andrés ha hecho de las hamburguesas, los bocadillos de calamares y sus empanadillas inimitables todo un símbolo. El caso es que bastaba con cruzar la calle e internarse en las galerías del río para dar con su competencia más próxima: el café bar Tauro. Más o menos cada quince días Marta pasaba por allí para encargar un par de sándwiches vegetales (lechuga, tomate, jamón y queso) y la especial sin vegetales de Jaime. Hasta la semana pasada. «Me pasaron una foto por el teléfono y es verdad, está cerrada, a ver qué hacemos ahora», lamenta una cliente fiel, que acudía a su cita con la hamburguesería de O Con desde hace más de veinte años. «Fue una sorpresa, de un día para otro colocaron el cartel y no sabemos más», indica su vecino, el peluquero de las galerías. Lo cierto es que el local está tal cual. La televisión sigue enchufada, las sillas y las mesas en su sitio. Como si la reja fuese a ser levantada de nuevo en cualquier momento. «Gracias por su confianza, disculpen las molestas, hasta siempre». Es el mensaje de despedida que, sin más explicaciones, luce desde hace días una de las cristaleras de un bar que también servía pizzas y platos combinados.
El perrito del pincho
La Tauro, en definitiva, sigue el mismo camino que la Parris, que cerró sus puertas en las galerías del Casino, la Ceibe y sus perritos auténticos, aquellos del pincho en el que se calentaba el pan, en Edelmiro Trillo, y la Picadilly, la penúltima de las clásicas en caer, en su caso a través de una declaración urbanística que de poco parece haber servido, a la vista de que la vivienda en cuyo bajo funcionaba, en Ramón y Cajal, continúa como estaba, aunque vacía y sin aquellas hamburguesas completas con beicon.
Los sucesores
Al amante de la hamburguesa clásica le queda el Jardín (plazuela de Arcebispo Xelmírez) y establecimientos como el Bonsai (avenida de A Mariña) o el Parada (plaza de la Estación). También el Papaya (Ramón y Cajal) si lo suyo son los perritos calientes. Pero se trata ya de otra generación. Los pioneros se van, el negocio da la vuelta como la carne en la plancha y hoy dominan el mercado las dos grandes cadenas, McDonald?s y Burger King, desde sus atalayas de la TIR y el centro comercial Arousa. En el reverso, la hamburguesa cuidada y de diseño de La Pepita Burger Bar, de reciente desembarco en los jardines de Ravella. «Las nuestras son hamburguesas para que coma un hombre. Tenemos una, la Bavaria, que hay que saltársela». Lo dijo Andrés, el último superviviente, hace unos años. Mientras la Bavaria resista, el mundo seguirá siendo mundo.