
Nueve jóvenes se forman de la mano de Boa Vida para hacer de la recogida de residuos una profesión y contribuir en la reutilización del material de desecho
29 ene 2016 . Actualizado a las 10:09 h.Tras siete días de curso, con 26 horas lectivas y cuatro de clases diarias, nueve jóvenes de la comarca participaron en un curso que lleva el curioso título de Chatarra e competencias bio-psicosiciais. Así no se entiende, pero queda mucho más claro si se especifica que, de lo que se trata, es de hacer de la recogida de chatarra una profesión. Hace treinta años, a nadie se le ocurría pensar que se podría cobrar un sueldo y cotizar a la Seguridad Social de la recogida de marisco en el mar, y sin embargo hoy, lo contrario a eso se llama furtivismo. Pues bien, el objetivo del curso que celebra en el auditorio de Vilagarcía la asociación Boa Vida es hacer lo mismo con los chatarreros. Por una parte, dignificar un trabajo que hoy en día no está regularizado, y por otra, educar a las personas que se dedican a la recogida de chatarra y residuos para que contribuyan a su propio reciclaje.
Hoy recibirán sus diplomas tras una semana de formación bajo la batuta de Matilde Sanmartín, coordinadora del curso. Está financiado por el Fondo Social Europeo a través de la Consellería de Política Social, y los asistentes recibieron una bolsa de asistencia por importe de 4,5 euros al día. «Tratamos desde el primer momento de responsabilizarlos en lo que están haciendo, nos lo tomamos muy en serio», puntualiza la coordinadora.
Los beneficiarios se eligieron a través del plan de inserción laboral del Concello, y enseguida se cubrieron las plazas con jóvenes que se dedican a la recogida de la chatarra. «En su mayoría son chicos de etnia gitana, algunas mujeres que van con sus maridos, pero también un marroquí y un rumano, y otra persona que asiste sin beca, porque ya no había más plazas».
Cambiar el chip
Uno de los objetivos principales del curso es que ellos mismos cambien el chip, que entiendan que lo suyo puede ser un trabajo tan digno como cualquier otro. «El chatarrero es un reciclador, no solo recoge metal, sino también muchos materiales que pueden ser recuperados. Por eso uno de los objetivos del curso es que aprendan a reutilizar lo que no les vale, que fuera de lo que venden, sepan a dónde deben llevar los materiales de desecho; de esta manera contribuyen con la protección del medio ambiente. Por eso hoy [por ayer] visitaron el punto limpio de Vilagarcía».
Por el kilo de hierro perciben 15 céntimos, y 80 por el de aluminio, aunque hoy en día lo que mejor se cotiza es el cobre, por el que les pueden pagar hasta tres euros. «Les da para comer y para ir tirando, pero podrían hacer de ello una profesión, hay muchas empresas de reciclaje para las que podrían trabajar», indica Matilde. El objetivo casa perfectamente con la razón de ser de Boa Vida, una asociación que se ocupa de las personas en riesgo de exclusión social, que cada vez son más. «Antes era un toxicómano o un indigente, y hoy puede ser cualquier persona que lleva mucho tiempo en el paro».
Y como el lenguaje también importa, no es lo mismo ser chatarrero que técnico de reciclaje. Aunque solo sea para la autoestima, que es el primer paso.
El primer paso es la autoestima; a partir de ahí, dignificar un oficio, como antes el marisqueo