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El palafito que sigue recibiendo visitas pese a ser una ruina

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Ni la valla, ni la cinta policial, ni los agujeros en el suelo de la estructura disuaden a quienes, cada día, se saltan el precinto

17 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Concello de Vilagarcía le ha pedido a Costas que no deje pasar más tiempo y que ejecute, cuanto antes, la prometida demolición del palafito de madera que se levanta en una esquina de la playa de A Concha, junto al muelle de Ferrazo. No son de extrañar las prisas del gobierno local. La estructura, que está hecha un desastre, se ha convertido en un auténtico peligro. Cierto es que su acceso está vallado y bien vallado: tela metálica y cinta policial advierten sin género de dudas que el caminante no debe cruzar el acceso al mirador. Pero cierto es, también, que son muchas las personas que, día tras día, por la mañana y por la noche, se saltan la prohibición y la advertencia que lleva implícita para acodarse, con la mirada perdida en el horizonte, en la balaustrada de madera del palafito.

Y no se puede decir que los peligros del mirador estén escondidos; todo lo contrario, se encuentran bien a la vista. En varios puntos de la plataforma que se levanta sobre el mar de A Concha faltan tablas de madera, y a través de esos agujeros se puede ver el agua que hay en el fondo. Por lo demás, toda la madera rezuma humedad mal digerida, algo que no resulta de extrañar si tenemos en cuenta que los pilares del palafito se hunden en el agua salada de la playa vilagarciana.

Apuntaban desde el Concello que la estructura es un peligro y parece que Ravella no se equivoca en su diagnóstico. «Está todo podre», decía un hombre que ayer por la mañana, como todas las mañanas, se había acercado caminando hasta la zona del mirador. Como él, mucha gente recorre cada día el paseo marítimo. Muchos son vecinos de Vilagarcía que encuentran en esta caminata una forma de conjugar actividad física y aire libre. Otros son visitantes que quieren conocer el paisaje marino de Vilagarcía desde el paseo que ciñe el mar. Y en este caso, y llegados a este punto del recorrido, la imagen que se llevan es bastante mala.

Los otros detalles

Encontrarse con lo que debería ser un recurso turístico convertido en una ruina y cerrado al paso no deja buen sabor de boca a nadie. Pero es que, además, ese último tramo del paseo parece haberse convertido en un ángulo oscuro en el que nadie repara. La proximidad del muelle de O Ramal, con sus viejas naves llenas de pintadas y con las explanadas portuarias convertidas en sede de desordenadas acumulaciones de todo tipo de residuos, no contribuye a mejorar la imagen de un camino que está jalonado por las hierbas y flores silvestres que han logrado abrirse camino en las juntas de las losetas y los muros. Falta alguna papelera. Y cuando la marea está baja, alrededor de la estructura levantada en la playa para canalizar el regato que la cruza en ese punto se genera una estampa extraña: tanto la pasarela que cruza el riachuelo como las escaleras que dan acceso a la playa desde el paseo se quedan suspendidas en el aire, como si la arena hubiera desaparecido literalmente bajo sus pies.