El Concello aspira a borrar la última frontera de la ciudad
VILAGARCÍA DE AROUSA
Pese a estar en el corazón de Vilagarcía, la calle es percibida como un límite imaginario del casco urbano
29 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La calle lleva el nombre de un médico famoso por su afabilidad y su diligencia: el Doutor Tourón. Es una vía urbana, una de las de más entidad de la capital arousana. Y, sin embargo, toda ella parece ser una frontera, ese extraño lugar en el que el centro urbano comienza a transformarse en otra cosa. Les aseguro que no es así. El crecimiento de la ciudad en las últimas décadas a convertido a Doutor Tourón en una pieza más del entramado urbano de Vilagarcía. Sin embargo, sus dimensiones y la densidad de tráfico que soporta la han convertido en esa frontera mental cuya existencia reconocía hace unos días, en rueda de prensa, la concejala de Urbanismo de Vilagarcía, Paola María.
Arranca Doutor Tourón en una plaza de España reformada sin mucho éxito. El gobierno de Tomás Fole firmó el proyecto de peatonalización y humanización de un espacio que estaba francamente deteriorado. La obra le ha lavado la cara a este rincón, pero entre la fuente que está seca, la hierba que ralea y los charcos que se forman cuando llueve, no ayudan a reactivar este espacio.
Seguimos avanzando por Doutor Tourón hacia el río de O Con. Nuestros pasos nos llevan por unas aceras que, sin ser particularmente estrechas, tampoco resultan particularmente cómodas. Es como si la calle, con doble sentido de circulación y una doble fila persistente, se hubiese quedado anclada en aquel pasado en el que los coches tenían el protagonismo absoluto en nuestras ciudades. Llegamos al río. Los paseos que se tienden junto a él presentan una imagen agradable y descansada. Pero para quien va a seguir de frente, y a pie, el camino se complica. En el puente, donde hasta hace unos meses estaba el paso de peatones de la zona, la rampa hace desaparecer casi por completo la acera, complicando la vida a quien circula con cualquier tipo de carrito o en silla de ruedas. Una vez cruzada esa estructura, el camino de los peatones parece estrecharse hasta llegar a la rotonda de la Marina Española.
Ahí arranca la segunda parte de la calle, en la que se rastrea aún su carácter de vía intermunicipal. Doutor Tourón gana amplitud y las aceras, al menos en el primer tramo, son amplias, cómodas, diseñadas para que los peatones caminen por ellas con la misma comodidad con la que los coches circulan sin parar por la calzada. Es verdad que las losetas están deslucidas, gastadas por el paso del tiempo, pero se mantienen en bastante buen estado.
Todo cambia, sin embargo, un poco más adelante. La intersección con Matosinhos y el entorno del edificio de las Torres presentan un aspecto desaliñado, abandonado, que el gobierno local pretende corregir en el transcurso del 2018. Precisamente en ese punto encontramos el último paso de peatones que veremos hasta llegar al entronque con la calle Vista Alegre. Hasta allí llegaremos, si subimos por el margen derecho, siguiendo una acera ancha y relativamente conservada. Por el lazo izquierdo, sin embargo, el camino esconde una sucesión de posibles tropezones.